viernes, 13 de noviembre de 2015

CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA

ESTRUCTURA DE LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA

MISAL ROMANOLa Ordenación General del Misal Romano, publicada en 1975 como prolongación de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia(Sacrosanctum Concilium) —y revisada por Juan Pablo II en 2000—, establece claramente los criterios y objetivos que deben regir la Celebración de la Eucaristía:  «Es, por consiguiente, de sumo interés que de tal modo se ordene la celebración de la Misa o Cena del Señor que ministros y fieles, participando cada uno a su manera, saquen de ella con más plenitud los frutos para cuya consecución instituyó Cristo nuestro Señor el sacrificio eucarístico de su Cuerpo y Sangre y confió este sacrificio, como un memorial de su pasión y resurrección, a la Iglesia, su amada Esposa» (OGMR 2).
La Celebración eucarística se divide en cuatro partes: Ritos iniciales, Liturgia de la Palabra, Liturgia Eucarística y Rito de conclusión (Ordinario de la Misa). Resumimos aquí las observaciones del texto de la Ordenación General del Misal Romano:

A. RITOS INICIALES

Todo lo que precede a la Liturgia de la palabra, es decir, la entrada, el saludo, el acto penitencial, el Señor, ten piedad, el Gloria y la oración colecta, tienen el carácter de exordio, introducción y preparación. La finalidad de estos ritos es hacer que los fieles reunidos constituyan una comunidad y se dispongan a oír como conviene la Palabra de Dios y a celebrar dignamente la Eucaristía.
1. Entrada
Reunido el pueblo, mientras entra el sacerdote con sus ministros, se da comienzo al canto de entrada. El fin de este canto es abrir la celebración, fomentar la unión de quienes se han reunido y elevar sus pensamientos a la contemplación del misterio litúrgico o de la fiesta, introduciendo y acompañando la procesión de sacerdotes y ministros. Si no se canta, los fieles, un lector o el mismo celebrante lo recitan.
El sacerdote y los ministros, cuando llegan al presbiterio, saludan al altar; en señal de veneración, el sacerdote y el diácono lo besan.
Terminado el canto de entrada, el sacerdote y toda la asamblea hacen la señal de la cruz. A continuación el sacerdote, por medio del saludo, manifiesta a la asamblea reunida la presencia del Señor. Con este saludo y con la respuesta del pueblo queda de manifiesto el misterio de la Iglesia congregada.
2. Acto Penitencial
Terminado el saludo, el sacerdote u otro ministro idóneo puede hacer a los fieles una brevísima introducción sobre la Misa del día. Después el sacerdote invita al acto penitencial, que se realiza cuando toda la comunidad hace su confesión general y se termina con la conclusión del sacerdote.
3. Señor, ten piedad (Kyrie, eleison)
Después del acto penitencial, se empieza el Señor, ten piedad, a no ser que éste haya formado ya parte del mismo acto penitencial. Siendo un canto con el que los fieles aclaman al Señor y piden su misericordia, regularmente habrán de hacerlo todos, es decir, tomarán parte en él el pueblo y los cantores. Si no se canta, al menos se recita.
4. Gloria
El Gloria es un antiquísimo y venerable himno con que la Iglesia, congregada en el Espíritu Santo, glorifica a Dios Padre y al Cordero y le presenta sus súplicas. Lo canta o la asamblea de los fieles, o el pueblo alternando con los cantores, o los cantores solos. Si no se canta, al menos lo han de recitar todos, o juntos o alternativamente.
Se canta o se recita los domingos, fuera de los tiempos de Adviento y de Cuaresma, en las solemnidades y en las fiestas y en algunas peculiares celebraciones más solemnes.
5. Oración colecta
A continuación, el sacerdote invita al pueblo a orar; y todos, a una con el sacerdote, permanecen un rato en silencio para hacerse conscientes de estar en la presencia de Dios y formular interiormente sus súplicas. Entonces el sacerdote lee la oración que se suele denominar «colecta». Con ella se expresa generalmente la índole de la celebración, y con las palabras del sacerdote se dirige la súplica a Dios Padre por Cristo en el Espíritu Santo.

B. LITURGIA DE LA PALABRA

Las lecturas tomadas de la Sagrada Escritura, con los cantos que se intercalan, constituyen la parte principal de la Liturgia de la Palabra; la homilía, la profesión de fe y la oración universal u oración de los fieles, la desarrollan y concluyen. Dios habla a su pueblo, le descubre el misterio de la redención y salvación, y le ofrece alimento espiritual; y el mismo Cristo, por su palabra, se hace presente en medio de los fieles. Esta palabra divina la hace suya el pueblo con los cantos, y muestra su adhesión a ella con la profesión de fe; y una vez nutrido con ella, en la oración universal hace súplicas por las necesidades de la Iglesia entera y por la salvación de todo el mundo.
1. Lecturas bíblicas
En las lecturas se dispone la mesa de la Palabra de Dios a los fieles y se les abren los tesoros bíblicos. El conjunto de lecturas dominicales ha sido distribuido en un ciclo de tres años a fin de que se vean, a largo de esta época cíclica, los textos más importantes de la Palabra de Dios escrita en los libros sagrados.
2. Cantos interleccionales
Después de la primera lecturas sigue un Salmo Responsorial o gradual, que es parte integrante de la Liturgia de la Palabra.
A la segunda lectura sigue el Aleluya u otro canto, según las exigencias del tiempo litúrgico. El Aleluya se canta en todos los tiempos litúrgicos, fuera de la Cuaresma. Lo comienza o todo el pueblo o los cantores o un solo cantor, y, si el caso lo pide, se repite. El otro canto consiste en un versículo antes del Evangelio o en otro salmo o tracto, como aparecen en el Leccionario o en el Gradual.
3. Homilía
La homilía es parte de la liturgia, y muy recomendada, pues es necesaria para alimentar la vida cristiana.
4. Profesión de fe
El Símbolo o profesión de fe, dentro de la Misa, tiende a que el pueblo dé su asentimiento y su respuesta a la Palabra de Dios oída en las lecturas y en la homilía, y traiga a su memoria, antes de empezar la celebración eucarística, la norma de su fe.
5. Oración universal
En la oración universal u oración de los fieles, el pueblo, ejercitando su oficio sacerdotal, ruega por todos los hombres. La Oración universal contiene tres elementos: la introducción del celebrante; las súplicas que puede hacer un ministro, o algunos fieles, y la conclusión, que toca al celebrante.

C. LITURGIA EUCARÍSTICA

En la última Cena, Cristo instituyó el sacrificio y convite pascual, por medio del cual el sacrificio de la cruz se hace continuamente presente en la Iglesia cuando el sacerdote, que representa a Cristo Señor, realiza lo que el mismo Señor hizo y encargó a sus discípulos que hicieran en memoria de él. Cristo, en efecto, tomó en sus manos el pan y el cáliz, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: «Tomad, comed, bebed; esto es mi Cuerpo; éste es el cáliz de mi Sangre. Haced esto en conmemoración mía.» De ahí que la Iglesia haya ordenado toda la celebración de la Liturgia eucarística según estas mismas partes que responden a las palabras y gestos de Cristo.
1. La preparación de los dones
Al comienzo de la Liturgia eucarística se llevan al altar los dones que se convertirán en el Cuerpo y Sangre de Cristo. En primer lugar se prepara el altar o mesa del Señor, que es el centro de toda la Liturgia eucarística, y entonces se colocan sobre él el corporal, el purificador, el misal y el cáliz, que puede también prepararse en la credencia. Se traen a continuación las ofrendas. También se puede aportar dinero u otras donaciones para los pobres o para la iglesia.
2. Plegaria eucarística
Ahora es cuando empieza el centro y culmen de toda la celebración, a saber, la Plegaria eucarística, que es una plegaria de acción de gracias y de consagración. El sacerdote invita al pueblo a elevar el corazón hacia Dios, en oración y acción de gracias, y se le asocia en la oración que él dirige en nombre de toda la comunidad, por Jesucristo, a Dios Padre. El sentido de esta oración es que toda la congregación de los fieles se una con Cristo en el reconocimiento de las grandezas de Dios y en la ofrenda del sacrificio.
Los principales elementos de que consta la Plegaria eucarística pueden distinguirse de esta manera:
a) Acción de gracias (que se expresa sobre todo en el prefacio): en la que el sacerdote, en nombre de todo el pueblo santo, glorifica a Dios Padre y le da las gracias por toda la obra de salvación o por alguno de sus aspectos particulares, según las variantes del día, fiesta o tiempo litúrgico.
b) Aclamación: con ella toda la asamblea, uniéndose a las jerarquías celestiales, canta o recita el Santo. Esta aclamación, que constituye una parte de la Plegaria eucarística, la pronuncia todo el pueblo con el sacerdote.
c) Epíclesis: con ella la Iglesia, por medio de determinadas invocaciones, implora el poder divino para que los dones que han presentado los hombres queden consagrados, es decir, se conviertan en el Cuerpo y Sangre de Cristo, y para que la víctima inmaculada que se va a recibir en la comunión sea para salvación de quienes la reciban.
d) Narración de la institución y consagración: en ella, con las palabras y gestos de Cristo, se realiza el sacrificio que el mismo Cristo instituyó en la última Cena, cuando bajo las especies de pan y vino ofreció su Cuerpo y su Sangre y se lo dio a los Apóstoles en forma de comida y bebida, y les encargó perpetuar ese mismo misterio.
e) Anámnesis: con ella la Iglesia, al cumplir este encargo que, a través de los Apóstoles recibió de Cristo Señor, realiza el memorial del mismo Cristo, recordando principalmente su bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la ascensión al cielo.
f) Oblación: por ella la Iglesia, en este memorial, sobre todo la Iglesia aquí y ahora reunida, ofrece al Padre en el Espíritu Santo la víctima inmaculada. La Iglesia pretende que los fieles no sólo ofrezcan la víctima inmaculada, sino que aprendan a ofrecerse a sí mismos, y que de día en día perfeccionen, con la mediación de Cristo, la unidad con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios lo sea todo para todos.
g) Intercesiones: con ellas se da a entender que la Eucaristía se celebra en comunión con toda la Iglesia, celeste y terrena, y que la oblación se hace por ella y por todos sus miembros, vivos y difuntos, miembros que han sido todos llamados a participar de la salvación y redención adquiridas por el Cuerpo y Sangre de Cristo.
h) Doxología final: en ella se expresa la glorificación de Dios, y se concluye y confirma con la aclamación del pueblo. La Plegaria eucarística exige que todos la escuchen con reverencia y en silencio, y que tomen parte en ella por medio de las aclamaciones previstas en el mismo rito.
3. Rito de comunión
Ya que la celebración eucarística es un convite pascual, conviene que, según el encargo del Señor, su Cuerpo y su Sangre sean recibidos por los fieles, debidamente dispuestos, como alimento espiritual. A esto tienden la fracción y los demás ritos preparatorios, con los que se va llevando a los fieles hasta el momento de la comunión: la oración dominical, el rito de la paz, el gesto de la fracción del pan, la inmixtión o mezcla (el celebrante deja caer una parte del pan consagrado en el cáliz), el Cordero del Dios, la preparación del sacerdote y la presentación al pueblo del pan eucarístico que recibirá en la Comunión.
En la oración después de la comunión, el sacerdote ruega para que se obtengan los frutos del misterio celebrado. El pueblo hace suya esta oración con la aclamación: Amén.

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