lunes, 13 de agosto de 2018

Los demonios mas peligrosos-

Estos son los Demonios más peligrosos, según la Iglesia Satánica
Según escribiera el mismísimo Anton Szandor LaVey, conocido como el Papa Negro, autoproclamado sacerdote de la Iglesia de Satán, y autor de la Biblia Satánica, "los teólogos han catalogado algunos de los nombres de diablos en sus listas de demonios, pero la lista siguiente contiene los nombres más efectivamente utilizados en rituales satánicos". Aquí presentamos dicha lista, que enumera a los demonios más peligrosos:
Asmodeus: también conocido como Asmodeo, es un demonio del canon católico, nombrado también en el Talmud y distintos tratados de demonología. Está directamente asociado a los excesos carnales, la sensualidad y la lujuria, especialmente con lo relacionado a estados orgiásticos.

Astaroth: célebremente conocido como el "gran duque del Infierno", su casta comparte estatus con la primera jerarquía demoníaca, que involucra a los poderosos Belcebú y Lucifer. Es un demonio seductor, que persuade principalmente por medio de la pereza, la vanidad y las filosofías racionalistas.

Azazel: es líder de aquellos ángeles caídos que fornicaron con mujeres mortales y dieron a luz una raza de gigantes, conocida como Nephilim. Enseñó a los hombres cómo fabricar armas de guerra y a las mujeres el ocultismo y el uso de cosméticos.

Balaam: es un personaje bíblico y profeta de la religión de Mesopotamia. En su concepción hebrea, es un demonio directamente relacionado con la avaricia y la codicia, de alto poder y maldad ejemplar.

Behemot: también conocido como Bégimo, este demonio de origen hebreo y características metamórficas, es sumamente poderoso y capaz de adoptar la forma de una bestia, como un elefante monstruoso, aunque muchos lo relacionan con un hipopótamo.

Beelzebub: más conocido como Belcebú, su nombre deriva etimológicamente de "Ba'al Zvuv", que significa "El Señor de las Moscas". Es nada menos que el Príncipe de los demonios, según la tradición cristiana, y adopta múltiples nombres, dependiendo de las diferentes manifestaciones de su maldad.

Bilis: es un antiquísimo demonio, constantemente al acecho de las almas de aquellos hombres que practican una sexualidad libre. También es representación del elemento Tierra y se complementa con la tríada Satanás, Lucifer y Leviatán.

Cimeries: también conocido con el nombre de Cimejes, este demonio es un marqués del infierno, descripto como un guerrero enorme, montado a un caballo negro y escoltado por 20 legiones demoníacas. Es además el gobernante de todos los espíritus africanos.

Damballa: esta deidad demoníaca y primitiva, deriva de los orígenes del vudú africano. Se mueve lenta y sigilosamente, pero es capaz de realizar movimientos repentinos y extremadamente veloces. Se especula con que la palabra "zombi" deriva de la palabra "nzambi", referida a este demonio.

Mormo: es un demonio derivado de un espíritu de la antigua cultura griega, que castigaba a los niños malos. Además, era consorte de Hécate, la diosa griega del inframundo y la brujería.

El Pan Eucarístico


No estamos equivocados con la celebración de la Eucaristía o Santa Misa,que no es un invento de los curas, sino que, según la Biblia, es un mandato sagrado de Cristo mismo
: P. Paulo Dierckx y P. Miguel Jordá
Siempre que puedo tengo la costumbre de visitar a los hermanos católicos en sus casas. Y un día, por equivocación, entré en una casa donde estaba reunido un grupito de hermanos evangélicos. Se asombraron muchísimo cuando de repente vieron en medio de ellos al cura de la Iglesia Católica. Les expliqué que estaba invitando a los católicos para leer juntos la Palabra de Dios y luego participar en «la Fracción del Pan» o Santa Misa. Inmediatamente un hermano evangélico me replicó: «¡La Palabra de Dios es el único Pan de vida!» (para hacerme entender que ellos no necesitan el Pan sagrado de la Misa).
Felicito sinceramente a nuestros hermanos evangélicos por el gran amor que tienen a la Palabra de Dios como Pan de vida. Pero me sorprende que ellos con tanta facilidad rechacen el Pan Eucarístico o Santa Misa. Este hecho me hizo pensar mucho, y luego tomé la decisión de escribir esta carta a mis hermanos católicos para explicarles que no estamos equivocados con la celebración de la Eucaristía o Santa Misa, y para recordar que la Misa no es un invento de los curas, sino que, según la Biblia, es un mandato sagrado de Cristo mismo.
El Pan de la Palabra y el Pan Eucarístico
En el Evangelio de San Juan, Jesús hace una reflexión muy profunda acerca de este tema. Jesús proclama que «El es el verdadero Pan que ha bajado del cielo» (Jn. 6, 33-35), y el Señor nos da dos razones para explicarnos por qué El es el Pan de vida:
- Primero: Jesús es «el Pan de vida», por su Palabra que abre la vida eterna a los que creen (Jn. 6, 26-51). Es decir, Jesús es «el Pan de la Palabra» que hay que creer.
- Segundo: Jesús es «Pan de Vida» por su carne y su sangre que se nos dan como verdadera comida y bebida (Jn. 6, 51-58). Con estas últimas palabras, Jesús anuncia la Eucaristía que El va a instituir durante la Ultima Cena: «Tomad y comed, esto es mi Cuerpo» (Lc. 22,19). «Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él» (Jn. 6, 55-56).
Está claro entonces que no debemos quedarnos solamente con «el Pan de la Palabra». Jesús nos invita también a «comer realmente su Cuerpo» como «el Pan Eucarístico».
Ahora bien, nuestros hermanos evangélicos piensan que el Pan Eucarístico es solamente un símbolo de Jesucristo y niegan la presencia real de Cristo en la Cena del Señor. La frase: «Esto es mi cuerpo», para ellos es sólo una expresión figurada.
Es más, las Biblias de los Testigos de Jehová dicen que Jesús en la Ultima Cena no dijo: «Esto es mi cuerpo», sino: «Esto significa mi cuerpo» (Lc. 22,19), y con esto acaban con la presencia real de Cristo en el Pan Sagrado o en la Santa Hostia. (Cualquiera que sepa traducir bien el idioma griego en que fue escrito el Evangelio de Lucas, sabe muy bien que la palabra usada por la Biblia en griego es «estin» que significa en castellano «es», y que esta palabra en ningún caso se puede traducir por «significa», como hacen los Testigos de Jehová. El fundador de los Testigos de Jehová, sin haber hecho estudios de la Biblia con maestros entendidos, se dedicó a traducir la Biblia a su antojo y por eso le hace decir cosas absolutamente inexactas.
Jesús nos invita a comer su Cuerpo y a beber su Sangre
El discurso de Jesús sobre «su Cuerpo, Pan de vida» (Jn. 6,51-58) lo pronunció después de la multiplicación de los panes y, en esta oportunidad, por primera vez, el Señor habló acerca de la Eucaristía: «El pan que Yo daré es mi Carne, y la daré para vida del mundo» (Jn. 6, 51).
Cuando Jesús dijo estas palabras, muchos de sus discípulos lo abandonaron, diciendo que ese modo de hablar era intolerable (Jn. 6, 59-66). Pero Jesús no dijo que estaba hablando en sentido figurado. Jesús insistió: «En verdad les digo: si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen verdadera vida». (Jn. 6,53).
Es más, a los Doce apóstoles Jesús les preguntó: «¿También ustedes quieren dejarme?» (Jn. 6, 67).
De ninguna manera Jesús habló aquí en sentido simbólico o figurado: «El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene la vida eterna y Yo le resucitaré en el último día» (Jn. 6,54).
La Ultima Cena del Señor
En el Nuevo Testamento encontramos hasta cuatro testimonios distintos acerca de la Ultima Cena del Señor: Mateo, Marcos, Lucas y Pablo. Esto quiere decir que la Ultima Cena fue un hecho de suma importancia en la vida de Jesús y en la vida de la primitiva Iglesia.
La noche antes de morir, Jesús invitó a sus apóstoles a celebrar la Pascua de los judíos, que consistía, sobre todo, en una cena solemne. Esta comida era para los judíos «la gran acción de gracias» a Dios. Y el Señor Jesús aprovechó la cena para darle un sentido nuevo y profundo.
Leemos en el Evangelio de San Lucas: «Después, Jesús tomó el pan y dando gracias (eucharistein, en griego) lo partió y se lo dio diciendo: ´Esto es mi cuerpo que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía´. Después de la cena hizo lo mismo con la copa. Dijo: ´Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que va a ser derramada por ustedes´» (Lc. 22, 19-20).
La Ultima Cena del Señor tiene muchos significados
Solamente queremos aquí indicar algunos aspectos importantes en relación con nuestro tema:
- Primero: la Cena del Señor es «la gran acción de gracias» a Dios. La palabra griega «eucharistein» (Lc. 22,19; 1 Cor.11,24) recuerda las bendiciones que proclaman las obras de Dios: la creación, la redención, y la santificación. La Iglesia prefiere la palabra «Eucaristía» para indicar la Cena del Señor.
- Segundo: Cuando Jesús en la Ultima Cena dijo al partir el pan: «Tomen y coman, esto es mi cuerpo», no estaba hablando en forma simbólica. Estas palabras anunciaban claramente su presencia misteriosa y real en los signos del pan y del vino. Realmente Jesús dio al pan y al vino un nuevo sentido.
Jesús dijo claramente: «Esto es mi cuerpo». Jesús indicó un realismo incomparable y no un simple simbolismo. Esto sucedió en la primera Eucaristía o Santa Misa.
- Tercero: También dio Jesús a sus apóstoles el mandato de recordar y revivir estos gestos sagrados: «Hagan esto en memoria mía» (Lc. 22,19). Fiel a este mandato de Jesús, la Iglesia desde aquel momento hasta ahora realiza continuamente estos signos sagrados que hizo Jesús en la Ultima Cena. Y la Iglesia cree que el Pan consagrado en cada Eucaristía es a la vez figura y realidad del Cuerpo celestial de Cristo: un memorial vivo de Cristo.
-Cuarto: El apóstol Pablo para recordar lo sagrado que es el alimento eucarístico, escribe en términos muy claros: «El cáliz que bendecimos, ¿no es acaso la comunión de la Sangre de Cristo? Y el Pan que partimos, ¿no es acaso la comunión del Cuerpo de Cristo?» (1Cor. 10,16).
Para Pablo, ese pan y ese vino, una vez consagrados, no son un simple símbolo del cuerpo y sangre, sino realmente el Cuerpo y la Sangre de Cristo glorificado. Y en este mismo sentido sigue el apóstol escribiendo a los Corintios, después de reprenderles por algunos abusos que cometían en sus reuniones: «Así, pues, cada vez que comen de este pan y beben de la copa, están proclamando la muerte del Señor hasta que venga. Por tanto si alguien come el pan y bebe de la copa del Señor indignamente, peca contra el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Por eso, que cada uno examine su conciencia antes de comer del pan y beber de la copa. De otra manera come y bebe su propia condenación al no distinguir el cuerpo de Cristo. Esta es la razón por la cual se ven tantos enfermos entre ustedes» (1Cor. 11, 26-30).
Consideraciones finales
Mucha gente de hoy, igual como en el tiempo de Jesús, tiene dudas acerca de la presencia real de Cristo en el Pan Eucarístico. Muchos se preguntan: «¿Cómo puede ser eso?... ¿No es demasiado para nuestra inteligencia humana aceptar todo esto?...»
Es verdad, nuestra inteligencia humana no es capaz de captar esta presencia misteriosa de Cristo en la Eucaristía. Solamente con los ojos de la fe podemos experimentar esta presencia real e íntima de Cristo en el Pan Sagrado.
La presencia del cuerpo de Cristo en el Pan Sagrado no es una presencia física, o sea, material, como si pudiéramos decir: «Jesús está aquí sentado a la mesa al lado mío». No debemos olvidar que el Cuerpo de Cristo, después de su muerte y resurrección, es para siempre un cuerpo glorificado, un cuerpo celestial que se hace presente entre nosotros en el pan y en el vino. Es una presencia real. No una presencia material de Cristo, sino una presencia terrenal de su cuerpo celestial.
En otras palabras: mediante un gesto visible, el creyente participa de una realidad que no se ve, pero entra realmente en comunión con Cristo glorificado y resucitado. Acostumbramos a aplicar la palabra sacramento para designar un signo externo que contiene una realidad espiritual. En la Cena del Señor, o Santa Misa, nuestra fe nos lleva a recibir como Cuerpo y Sangre de Cristo algo que todavía no parece ser más que pan y vino. Pero, por estos signos o sacramentos, Cristo se hace para nosotros realmente alimento y vida.
La Comunión Eucarística es el cuerpo y el corazón de la vida de la Iglesia, la cual es ante todo comunión. Es el lugar en que los hombres experimentan, ya en la tierra, la unión entre ellos y Cristo.
Queridos hermanos, estas son las razones por las que nosotros los católicos, conforme al mandato del Señor: «Hagan esto en memoria mía», celebramos la Eucaristía Domingo tras Domingo, y creemos con toda firmeza que Cristo glorificado está realmente presente en el pan y en el vino consagrados. No es ningún invento de los curas, como piensan algunos hermanos evangélicos, sino que ésta es una enseñanza bíblica, creída plenamente por todos los verdaderos cristianos desde el principio de nuestra santa religión hasta el día de hoy.
Los distintos nombres para indicar la Santa Misa:
Eucaristía porque es «acción de gracias» a Dios. La palabra griega «eucharistein» (Lc. 22,19 y 1 Cor. 11,24) recuerda las bendiciones judías que proclaman, sobre todo durante la comida, las obras de Dios: la creación, la redención y la santificación.
Cena del Señor o Banquete del Señor porque se trata de la Cena que el Señor celebró con sus discípulos la víspera de su pasión (1Cor. 11, 20).
Fracción del Pan porque el gesto de partir el pan y repartirlo lo utilizó Jesús cuando bendijo y distribuyó el pan en la Ultima Cena (Mt. 26, 26; 1 Cor. 11, 24; Hech. 2, 42 y Hech. 20, 7-11).
Comunión porque por este sacramento nos unimos a Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre para formar un solo Cuerpo (común-unión) (1 Cor. 10, 16-17).
Santo Sacrificio porque actualiza el único sacrificio de Cristo Salvador e incluye la ofrenda de la Iglesia. Así también se llama «Sacrificio de Alabanza» (Heb. 13, 15), sacrificio espiritual (1 Ped. 2,5).
Santa Misa porque la liturgia en la que se realiza el misterio de nuestra salvación se termina con el envío de los fieles (envío=missio en latín) a fin de que cumplan la voluntad de Dios en su vida cotidiana.
Antes del Padecimiento
en la noche de la Cena
el Señor con gracia plena
instituyó el Sacramento.
Su Cuerpo y Sangre sustento
eran para el pecador
por eso el Supremo Autor
en la Mesa del altar
nos dio este rico manjar
que es la fineza mayor.
Cuestionario
¿Es Jesús el Pan de Vida? ¿Cómo interpretan los evangélicos el texto de Lc. 22, 19? ¿Cómo lo interpretamos los católicos? ¿Nos invita Jesús a comer su Cuerpo? ¿Cuándo nos mandó Jesús comer el Pan de Vida? ¿Cómo presentan la Cena los tres sinópticos? ¿Hablaba Jesús en forma real o simbólica sobre su presencia en la Eucaristía? ¿Qué dice Pablo en lo referente a la Comunión? ¿Está Cristo en medio de nosotros?

LOS 3 MAYORES ENEMIGOS DE UN CRISTIANO

Son tres los enemigos que un fiel cristiano deberá luchar hasta el fin de su Vida, pero con la ayuda del Espíritu Santo, la victoria será total. El primer es un enemigo INTERIOR, y los otros dos son enemigos EXTERIORES. Ahora, veamos que cosas son estas que amenazan a nuestra fe:
1 – LA CARNE
Una de las consecuencias de la caída del hombre en pecado es que este se volvió carnal (o sea, un ser pecaminoso – Génesis 5:1,3 y 6:3). La Biblia llama de carne a la parte pecaminosa del hombre, a la naturaleza humana contaminada con el pecado. Es el conjunto de todos instintos humanos corrompidos. Una inclinación heredada para lo malo, lo sucio y lo prohibido. El cristiano debe vigilarse, pues siempre habrá un conflicto entre su consciencia y las voluntades carnales – Romanos 7:7-25. Hasta la muerte nos tocará convivir con eso (1 Corintios 15:42, 53-54), pero es posible dominar a la carne con el poder del Espíritu Santo (Romanos cap.8) y librarse del poder del pecado. Las Obras de la carne (Gálatas 5:19) están divididas en 4 partes:
1 – Relacionadas con la sexualidad: La sexualidad es algo natural y bueno en el ser humano creado por Dios, sin embargo, con el pecado de Adam, lo que era natural y bueno se volvió contaminado. Por eso, surgió la Prostitución, Impureza, Lascivia, y otras suciedades sexuales.
2 – Relacionadas con la espiritualidad: El hombre es un ser “religioso” que posee desde la Creación la tendencia de buscar y relacionarse con lo Divino. Después de la Caída, los seres humanos también distorsionaron esta necesidad pura. Nacía la idolatría, hechicería, las falsas religiones y derivados.
3 – Relacionadas con el prójimo: El hombre no fue creado para vivir solo, él necesita de alguien más, de amistad, de amor ajeno. Pero con la naturaleza contaminada, el hombre se vuelve un ser egoísta y lleno de sentimientos malignos contra su prójimo, como: Enemistades, celos, envidias, pleitos, odio…
4 – Relacionadas con uno mismo: El hombre perdió el amor propio y transmitió eso genéticamente a sus descendentes. Ahora, sin el control divino somos seres viciosos y descontrolados. Somos esclavos de pasiones y sentimientos de un corazón corrupto.
Además, la carnalidad humana también provoca: Conflicto con la Voluntad de Dios (Gálatas 5:17, Romanos 8:7); es la fuente del pecado (Jeremias 17:9, Marcos 7:21-23); desvío constante de Dios (Jeremias 8:4-5); disgusto por el sacrificio y oración (Mateo 16:21-23 y –26:39-41); siempre quiere jalarnos a lo prohibido (Romanos 7:5-8, 14-25).
El peligro de vivir en la carne: (Gálatas 5:21; Romanos 8:6-8; 1 Corintios 15:50).
CÓMO VENCER A LA CARNE:
1- Una constante vida llena del Espíritu Santo (Gálatas 5:16; Efesios 5:18);
2- Mortificar a las obras de la carne (Romanos 8:13; 1 Corintios 9:27; Gálatas 5:24; Colosenses 3:5);
2.1 – Cortar todo alimento carnal (Romanos 13:14) y
2.2 – Abortar todo impulso de la carne (Génesis 4:7; Mateo 16:23; Santiago 1:13-15);
2.3 – La práctica de oración y abstinencias (ayunos).
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2 – EL MUNDO
El mundo se refiere a la sociedad en que vivimos. Es el ambiente que ya estaba armado cuando nacimos. A esto se incluye el tipo de vida, las ideas, voluntades, opiniones, propósitos, creencias, cultura, modismos, y todo lo que moldea a la gente contemporánea.
El mundo siempre fue un sistema de valores contra Dios y Cristo (1 Juan 4:3-5) que odia a Jesús y a sus discípulos, pero, ama a los que son suyos y a los hijos de María (!!!) (vea Juan 15:18-19 y Juan 7:5-7).
Dios creó al mundo “bueno” (Génesis 1:31); y lo amó sobremanera (Juan 3:16); dió su autoridad al ser humano (Génesis 1:26-31, Salmos 115:16); que al obedecer a la antigua serpiente (Apocalipsis 12:9 y 20:2); entregó el dominio de este mundo a satanás – Lucas 4:6. Por ahora, el mundo está bajo el maligno, el príncipe del mundo – 1 Juan 5:19, Juan 14:30. Sin embargo, en el reino Milenario de Cristo (Apocalipsis 20) eso cambiará. Este mundo llegará al fin (2 Pedro 3:10,12; Mateo 28:20; Mateo 24:35; Isaías 34:4). Y Dios creará nuevos cielos y nueva tierra (Apocalipsis 21).
La Biblia ordena a: Salvarnos de esta “perversa generación” (Hechos 2:40). No asociarnos con incrédulos, sino separarnos de ellos (2 Corintios 6:14-18). No oírlos (1 Juan 4:5-6). Nuestra involucración es apenas para intentar salvar a algunos (1 Corintios 9:22; Marcos 2:17-17).
Los que aman a este mundo: No son de Dios (1 Juan 2:15); son Sus enemigos (Santiago 4:4-5); son controlados consciente o inconscientemente por demonios (Efesios 2:2; 2 Corintios 4:4).
Otras Referencias: Romanos 1:18-32; Juan 17:14-16; Juan 14:27; Juan 16:33; 2 Corintios 4:17; 1 Juan 5:4-5; Juan 1:10, 14:17; 1 Juan 2:15-17
CÓMO VENCER AL MUNDO:
1) Tener una firme personalidad para no seguir a la mayoría (Éxodo 23:2) y para no se moldear a la mentalidad de este mundo (Romanos 12:2).
2) Tener de hecho un encuentro con Dios (1 Juan 5:4).
3) Considerarse totalmente muerto para el mundo y viceversa (Gálatas 6:14).
4) Congregar (Hebreos 10:25).
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3 – EL DIABLO
Dijo Cristo: “Yo veía a satanás caer del cielo como un rayo”
Dios no creó al diablo, Dios creó a un ángel querubín que (con su libre albedrío) se rebeló y fue expulso del cielo con la tercia parte de los ángeles rebeldes (Lucas 10:18; Isaías 14:12-20; Ezequiel 28:11-19; Apocalipsis 12:4, 7-9). Ya no hay perdón al diablo y su fin será en el “lago de fuego” con todos aquellos que lo obedecen (Colosenses 1:20; Ezequiel 28:19; Mateo 25:41; Apocalipsis 20:10,15). En este mundo ellos forman a un ejército organizado (Mateo 12:25-26; Efesios 6:12) y, debido a que el hombre le dio de su autoridad sobre la Tierra, este se ha vuelto el “dios de este siglo” y de todos los que no aceptan al Gobierno de Dios, controlándolos consciente o inconscientemente (2 Corintios 4:4; Efesios 2:2; Lucas 4:5-6; Juan 14:30).
Su actuación contra la raza humana es de 3 maneras:
Tentación: La tentación es un ataque contra los que son de Dios (Lucas 4:1-13). El diablo se aprovecha de las debilidades del hombre para provocarlo a pecar contra Dios y separarse de Él. Jesús nos advierte a velar y orar para “no entrar en tentación” (Mateo 26:41), pues cuando eso acontece, se vuelve como una obsesión mental para el pecado.
Opresión: Es la influencia externa de los demonios sobre una persona. Es lo que pasa a uno al ser controlado mentalmente por el mal. Es ser cegado en su entendimiento y intelecto. A este grado, la víctima ya está endemoniada (Hechos 10:38).
Posesión: Es la habitación de uno a más espíritus dentro de una persona. En este caso, los demonios ya la controlan físicamente, emocionalmente y espiritualmente. El endemoniado pasará a expresar la personalidad de sus espíritus poseedores y estará debilitado de su libertad de elección (Mateos 12:43-45 y Marcos 5:9).
Como vencer el diabo:
Personas víctimas de espíritus malos necesitan tratamiento adecuado
1) Pasar por un proceso de liberación espiritual.
2) Entregarse a Cristo totalmente (Lucas 24:25; 1 Samuel 7:3; 1 Reyes 18:21).
3) Cerrar las “brechas” por donde satanás entra (Efesios 4:27; Cánticos 2:15).
4) Armarse de la Palabra de Dios contra las dudas y sus asechanzas (Mateo 4:1-11; Santiago 4:7).

¿Qué significa la Cruz para el Cristiano?


“El que no carga con su propia cruz para seguirme luego, no puede ser discípulo mío”
(Mt. 16, 24)
De todos es sabido que la cruz fue en la antigüedad un instrumento de suplicio, patíbulo y lugar de escarmiento para todos aquellos que, culpables o no, eran acusados y condenados a una muerte lenta, dolorosa y escabrosa. La práctica antigua de la crucifixión es sin duda de origen persa: La utilizaron en primer lugar los “bárbaros”, como castigo político y militar para personas de alto rango, luego la adoptaron los griegos y los romanos; en estos últimos, iba precedida generalmente de la flagelación y el condenado llevaba él mismo el palo transversal al lugar del suplicio.
A la crueldad propia del suplicio de la crucifixión -que daba lugar a muchos gestos sádicos- correspondía su carácter infamante, escandaloso y hasta “obsceno”. El crucificado se veía privado de sepultura y era abandonado a las bestias salvajes o a las aves de presa. “Mors turpissima crucis”: “La muerte en la cruz es la infamia suprema”, escribió Orígenes (185 – 254 D.C.).
Como todos sabemos, Jesús murió crucificado como un criminal y tratado con la mayor crueldad posible; tanta crueldad sufrió Jesús que, según las Sagradas Escrituras, expiró aproximadamente tres horas después de haber sido crucificado, ante el asombro de los soldados romanos y demás testigos… Ante aquella sombría realidad vivida por Jesús, la cruz continuó siendo el lugar de castigo y tormento, hasta que el relato de su resurrección se empezó a expandir; tal fue el auge de este acontecimiento, que transformó la historia, y la predicación de su suplicio se convirtió en esperanza y salvación.
La cruz se transformó en el símbolo del misterio cristiano redentor, pues en la cruz quiso libremente morir Jesús. Los cristianos la convertirán precisamente en referencia religiosa, haciendo de lo insensato, cátedra de sabiduría divina, el escándalo hace acto de presencia: “La muerte que salva”, “la resurrección que redime”. Después de este acontecimiento histórico podemos entender que la Cruz de Cristo se ha convertido en el emblema universalmente conocido del cristianismo, y que a nuestros días no deja de causar asombro y hasta cierta incredulidad: “Contemplarán al que traspasaron” (Jn. 19,37).
La Cruz y la Resurrección conforman el corazón del “Kerigma” apostólico, es decir, la proclamación original de la salvación realizada por Cristo: “Dios ha hecho Señor y Cristo a ese Jesús al que habéis crucificado” (Hch. 2, 36; cf. 2, 23; 4, 10), o que “fue colgado del madero” (Hc 10, 39; 13, 29). Es importante que tengamos presente que la cruz no solo es historia de la humanidad, sino que es un hecho que trasciende a la humanidad misma, puesto que en ella encontramos la máxima expresión de amor con la que Dios reconcilia a toda la humanidad con Él mismo, le invita a acceder su intimidad misma y vivir los frutos de la divinidad.
Al respecto, Jesús, dentro de su predicación, nos habla de ciertos requisitos para acceder a la intimidad de Dios (salvación), algunos de estos son:
1- El prójimo;
2- La conversión interior, manifestada al exterior por medio de acciones concretas;
3- Desprendimientos de ataduras materiales y sentimentales;
4- Cargar con la cruz.
De todos los “requisitos” antes mencionados, hay uno en particular del que me interesa hablar a profundidad: Cargar con la Cruz. Comúnmente llamamos “cruz” a la participación del cristiano en este misterio, por medio del sufrimiento transformado en donación, pero a menudo nos encontramos que la cruz es más sufrimiento que donación, sino preguntémonos cuántas veces no hemos escuchado las siguientes afirmaciones: “Esa situación es tu cruz”, “Eso malo que te ha pasado es la cruz que Dios quieres que cargues”, “Esa persona que me desespera es mi cruz”, entre otras. La cruz no solo es suplicio, la cruz también es salvación; y para que podamos entenderlo de manera más clara leamos la cita bíblica de Mt. 10, 38: “El que no carga su cruz y viene detrás mío, no es digno de mi”.
Cuando Jesús habla de cargar la propia cruz no solo se refiere a cargar con la penas y los dolores, Jesús habla de cargar todo lo que hay en nuestra vidas; injustamente a la cruz asociamos lo malo, lo dificil, lo injusto; pero obviamos algo muy importante, el hecho que Jesús cargó con toda la humanidad, con justos e injustos, con santos y pecadores, con buenos y malos; y todo lo que hay en nuestro interior -dolores, alegrías, cualidades y defectos-; porqué Jesús, al no cometer pecado cargó con toda la realidad humana; por ende al mencionar la frase “cargar con la cruz” nos invita a que nos despojemos de las ataduras materiales, emocionales y espirituales y emprendamos el camino para peregrinar al encuentro con su Padre, que por medio de su sacrificio se hace nuestro Padre. El cargar con la cruz implica vivir una verdadera conversión, implica tomar lo que somos, lo poco que tenemos, y caminar decididamente la senda que Jesús caminó.
Ahora bien, es importante recordar que el camino de la cruz terminó en el Gólgota y, ésta, en el lugar del suplicio, se convierte en el trono de Cristo (Jn. 12, 34); entonces para nosotros el sacrificio que significa cargar con todas nuestras realidades en el sentido de donación y agradecimiento al Padre, tendrá como recompensa el trono de Cristo. Si retomamos los requisitos antes mencionados, con seguridad se puede afirmar que estos implican una renuncia, un cambio y un permanecer y perseverar; sino analicemos brevemente:
Tu prójimo: Amigos, compañeros, conocidos, desconocidos y enemigos, todos ellos son parte del cargar con la cruz en el vivir de la cotidianidad. A cada uno de ellos tenemos que amarlos, respetarlos y ver que en sus rostros vive Jesús.
Conversión: Debo prestar especial importancia a todo lo que me aleja de Dios y luchar por cambiarlo; pero también, debo cuidar lo que me acerca a Él para que la tentación no entre en mi vida por estar confiado en las cualidades. Esto también es cargar con la cruz.
Desprendimiento: No seamos como el joven rico, es decir aquellos que buscamos cumplir la voluntad de Dios creyendo que es Él quien se tiene que adaptar a nosotros y no nosotros a Él (Flp. 3, 13- 18). Tenemos que desprendernos de nuestras ataduras y no creer que solo por asistir a misa, rezar rosarios, padres nuestros y no hacer nada malo encontraremos la salvación. Desprenderse de “mis” apegos también es cargar con la cruz.
Mi estimado lector, por medio de este artículo te invito a dos cosas: En primer lugar, no veas como cruz todas aquellas dificultades de nuestro diario vivir, no ofrezcas únicamente aquello que causa dolor, incertidumbre, incomodidad o molestia; ofrece tu vida entera, Dios sabe todo lo que hay en ella y Él te dará lo necesario para que de estas situaciones puedas salir victorioso, siempre y cuando tengas presente que esos aspectos negativos de nuestra vida son las gracias inexplicables con las que Dios quiere que le glorifiquemos para que reinemos junto a su Hijo en la eternidad. En segundo lugar te invito a que tengas la valentía de ver la cruz no como lugar de sufrimiento, sino como lugar de glorificación, de exaltación y sobretodo de purificación, la cruz es la dignidad del cristiano y en ella carga toda la realidad que le atañe en la cotidianidad.
“Recuerden la serpiente que Moisés hizo levantar en el desierto: así también tiene que ser levantado el Hijo del Hombre, y entonces todo el que crea en Él tendrá por Él vida eterna” (Jn. 3, 14-15)

Sobre la Iglesia Católica Palmariana

MUCHO CUIDADO TU ! CATOLICO PRACTICANTE.! QUE LEAS ESTE ARTICULO NO TE ENGAÑE ESTE PERSONAJE NO ES CATOLICO ES UN PROTESTANTE DE LA IGLESIA CATOLICA UN HEREJE: 

Cualquier persona que viaje por España sabrá que Andalucía es la región más pintoresca de ese país, y que, como dice la bella canción, Sevilla tiene un duende. Pero, por supuesto, parte de ese duende es el atraso cultural.
No debería sorprender, entonces, que una población a menos de 50 kilómetros de Sevilla, el Palmar de Troya, sea la sede de uno de los movimientos religiosos más fanatizados y retrógrados que haya conocido el catolicismo: la Iglesia Católica Palmariana.

El Concilio Vaticano II tuvo sus enemigos: tradicionalistas que reprochaban la apertura al diálogo ecuménico y el abandono de la liturgia antigua. Algunos, como el padre Lefebvre, manifestaron su desdén, pero trataron de mantenerse fieles a Roma. Otros fueron más lejos, y rompieron definitivamente con el Vaticano. La Iglesia Católica Palmariana es uno de esos grupos.
La historia de este grupo religioso empieza en el año 1968, cuando cuatro niñas alegaron tener visiones de la Virgen María en el Palmar de Troya. Esto es ya muy común en el catolicismo. A diferencia de las visionarias de Lourdes o Fátima, estas muchachas pronto perdieron prominencia, pero no por ello su movimiento se disipó. En cambio, otros personajes aprovecharon la coyuntura de excitación religiosa, y eventualmente lanzaron su propio movimiento religioso.
Por aquella época, el arzobispo vietnamita Ngo Din Thuc (hermano del dictador vietnamita apoyado por los EE.UU., quien reprimió duramente a los budistas para favorecer a los católicos en su país) se convenció de que aquellas apariciones eran reales, y sin aprobación del Vaticano, decidió ordenar como sacerdotes a Clemente Domínguez y Manuel Alonso, dos miembros de la comunidad palmariana.
Thuc eventualmente se desvinculó de Domínguez y Alonso, en un intento por congraciarse con Roma. Pero, ya el movimiento estaba en marcha. Cuando murió Pablo VI, Domínguez alegó recibir una visita de Cristo, se se declaró Papa bajo el nombre de Gregorio XVII, y Alonso empezó a organizar a la comunidad como un papado alternativo. Alonso hizo su labor con bastante destreza, pues logró recaudar muchísimos fondos, al punto de que los palmarianos pudieron construir una inmensa catedral, y expandir su actividad misionera por varios países.
Los palmarianos empezaron a promover una versión brutal del catolicismo: el propio Gregorio XVII tenía estigmas terroríficos y los sacerdotes se producían heridas gravísimas con mutilaciones genitales. Naturalmente, cerrados al progreso, celebraban la misa tridentina en latín. Se impregnaron de la paranoia anti-comunista que siempre tuvo el catolicismo español, llevándola a extremos insospechados. Canonizaron a San Francisco Franco, San Benito Mussolini, San Don Pelayo, y otros personajes tan queridos por los fachas. Excomulgaron a los Papas romanos posteriores a Pablo VI (eran devotos de este Papa, pero alegaban que había sido secuestrado y drogado por cardenales comunistas, y eso explica por qué a veces decía cosas no acordes al tradicionalismo), así como a todos los comunistas del mundo.
Naturalmente, esta secta genera repulsión en mucha gente. Yo, en cambio, le tengo alguna simpatía. Mi simpatía no está dirigida, por supuesto, hacia sus prácticas y creencias retrógradas. Los palmarianos me resultan simpáticos, sólo porque veo en ellos una parodia de la propia Iglesia Católica Romana, y esto nos permite descubrir mejor la propia corrupción del catolicismo.
La Iglesia Católica Romana desaprueba a los palmarianos, y los considera una secta. Pero, como bien nos recuerdan lo sociólogos de la religión, más allá del peso demográfico, no existe un criterio objetivo por el cual se pueda distinguir a una secta de una religión. La Iglesia de Roma ve como psicopatología las automutilaciones y las estigmas de los palmarianos, pero, ¿cuándo esperaremos del Vaticano un pronunciamiento sobre la psicopatología de Francisco de Asís, un hombre que además de producirse estigmas, alegaba también hablar con los animales?
La Iglesia Católica Romana reprocha a los palmarianos creer que José fue ascendido al cielo en cuerpo y alma. Pero, ¿es acaso menos absurda que la creencia de que María fue también ascendida en cuerpo y alma? (valga agregar, al menos la creencia de los palmarianos sobre José no fue impuesta de forma totalitaria por vía de la infalibilidad papal, a diferencia de la creencia en la asunción de María).
Nos da asco que los palmarianos canonicen a Franco, Mussolini y Hitler. Pero, ¿no debería darnos asco también que Juan Pablo II, en una movida claramente politizada, elevara a Pío XII (un cómplice de los nazis con su silencio) a beato?
Sospechamos que Domínguez (un simplón de pueblo que nunca tuvo la suficiente capacidad para ser sacerdote) fue el tonto útil de Alonso, un hábil empresario que vio en aquellas devociones marianas la oportunidad para hacer negociazos. No creo que la propia Iglesia Católica Romana haya tenido esos mismos orígenes mercantilistas. Pero, así como reprochamos a los palmarianos el ser una fachada para el lavado de dinero y la evasión fiscal de sus donantes, ¿qué esperamos para reprochar duramente al arzobispo Marcinkus y su fiasco del Banco Vaticano, que también ha servido para que los mafiosos del mundo laven su dinero?

La Iglesia Católica Palmariana, lo mismo que lo cultos ufológicos, los moonies, y tantos otros, son sencillamente manifestaciones de aquello que ha venido a llamarse “nuevos movimientos religiosos”. Toda nueva religión, en sus inicios, enfrenta la oposición de las antiguas religiones. Toda religión fue, en sus inicios, una secta. Parte de esa oposición consiste en pretender patologizar las creencias y prácticas raras. Quizás, como en el caso de los palmarianos, efectivamente muchas de sus prácticas y creencias son patológicas. ( ¿Por qué esa persistente tendencia en crear tantas religiones, cultos y denominaciones distintas en cuanto a una cuestión tan universal como Dios?) Pero, deberíamos reconocer que esas mismas patologías están también en las grandes religiones del mundo. Por ello, deberíamos ser más consistentes, y apreciar que, básicamente, la única diferencia entre la patología palmariana, y la patología del catolicismo romano, es que la primera aqueja a poco más de mil personas, mientras que la segunda aqueja a poco más de mil millones de personas.

La patología religiosa


¿Por qué esa persistente tendencia en crear tantas religiones, cultos y denominaciones distintas en cuanto a una cuestión tan universal como Dios?
La percepción de un Dios, Creador, Causa, Inteligencia, Energía o Consciencia Cósmica, divinidad, o de algo que existe más allá de nuestra capacidad de comprensión es no solamente normal y común en el ser humano, sino parte de nuestra espiritualidad y muestra de la enorme potencialidad de nuestra mente y consciencia en la búsqueda por comprender tanto el universo como nuestra existencia. Como la misma raíz etimológica latina “religare” lo dice, el propósito inicial de la religión es de comunicar, conectar, religar con Dios. Pero tengamos presente que una cosa es Dios o esa Consciencia Cósmica, y otra la religión; hagamos la aclaración que, como organización y estructura social, la religión no es una creación de Dios, sino del hombre.
La patología o enfermedad de la religión consiste en la particular pretensión de muchas de ellas de ser la verdadera, superior o la correcta, mientras que las demás son consideradas como falsas, inválidas, mitos o simples creencias absurdas. Entre las numerosas religiones y sectas que proliferan en el mundo, son muchas las que presumen esa posición, y si bien no de manera pública y abierta, sí por nutridos adherentes, implícito en su contenido, doctrina, o sencillamente por extensión lógica. Y, junto con su proselitismo, normas, burocracia e ideología particular, no se diferencian mucho de lo que es un partido político. Sin embargo, es una incongruencia pensar que un ente tan perfecto de una magnitud como un Dios Todopoderoso Creador del universo entero, ilimitadamente bondadoso y amante de su creación, ese Dios de muchas religiones, haya decidido crear tantas sectas y religiones a lo largo del planeta, que como resultado no han hecho otra cosa que, irónicamente, dividir la humanidad. Precisamente, cada quien jala el agua para el propio molino. Aunque tiene muchos nombres, Dios es el mismo y uno solo.
El fanatismo, la intolerancia, el absolutismo ideológico, el afán por la supremacía y el extremismo son características frecuentemente compartidas por movimientos políticos y religiosos, son cualidades distintivamente humanas que dividen y fragmentan en vez de unificar y armonizar. No se está abogando por la consolidación de las religiones en una sola, aunque ello sería una pretensión noble y manera de unificar la humanidad; sino de resaltar el hecho de que las religiones son fundamentalmente una proyección de esa falibilidad, imperfecciones y limitaciones que caracterizan al ser humano. En contraste, cuando esa búsqueda y comunicación viene hecha de manera introspectiva, espiritual y sin buscarlo fuera de uno mismo, nos podemos dar cuenta entonces de la imposibilidad y futilidad en tratar de convencer a los demás sobre Su esencia; y que la verdadera religión, es decir la comunicación con Dios, es esencialmente una experiencia totalmente individual, personal y única. Las religiones son muchas; pero la espiritualidad es una sola.
¿Será esa persistente propensión antropomórfica de querer asignarle sus falaces atributos a la divinidad la razón, o una de las razones, que explica la existencia de tanta división en la humanidad?

“Dios no tiene religión”
Mahatma Gandhi (1869-1948) Político y pensador indio.

SANACION INTERIOR

Señor, sé que Tú me amas y me bendices, todos los días te alabo, te bendigo, te doy gracias porque eres grande y maravilloso, bendito seas.
En este momento quiero entregarte, darte, donarte todos mis problemas porque sé que Tú me puedes ayudar, porque sé que Tú me puedes dar la paz que necesito.
Buen Jesús, en los momentos de oscuridad ilumina mi vida, sé el sol que se asoma por mi ventana, permíteme saber hacia dónde caminar.
Te pido, amado mío, que en los momentos de tristeza me des alegría. Me entrego a Ti y te suplico que actúes en mi corazón.
Tú sabes que necesito de Ti, de tu protección, de tu fortaleza. Sin Ti no soy capaz de vencer, sin Ti los problemas me vencen pero contigo todo lo puedo.
Te digo Señor que Tú eres un Dios bueno, alabado y glorificado seas.
Tú conoces mis debilidades y angustias en este momento, te pido que me llenes de tu bendición.
Sé que Tú, en este momento estás pasando por aquí, Tú estás llenando de paz y serenidad a todos los que en este momento rezan esta oración, gloria a tu nombre bendito por siempre.
Ven Señor a tocar mi corazón que te necesita por diferentes situaciones, hoy te necesito más que nunca en mi vida.
Ven Señor en mi ayuda, ven en mi auxilio, clamo a Ti, clamo por tu protección, clamo por tu fortaleza, clamo por tu perdón.
Entra a mi corazón y renuévame, quita de mí las indecisiones, la tristeza, la melancolía, todo sentimiento de fracaso, de depresión, fobias, miedos, temores…
Toma Señor mi dolor, bendito seas Jesús.
Mueve tu mano sanadora en mí, mueve Señor, tu mano poderosa para sentirme fortalecido. Que pueda yo creer en Ti.
A pesar de que mi vida sentimental esté pasando por momentos duros, mira la crisis de: (mi matrimonio, mi trabajo, mi hogar, mis familiares) Las cosas no salen como las espero, Señor mío.
Confío en Ti, confío en tu amor, sé que sólo Tú me puedes dar lo que nadie me puede dar.
Tú eres el amigo que nunca falla. Señor, transfórmame con tu poder y tu misericordia. Bendito seas Jesús, bendito sea tu Santo Nombre.
Hoy, quiero entregarte Señor, todo mi tiempo, mis emociones, mis sentimientos, mis pertenencias, mis bienes materiales, mi vida, mi enfermedad.
Te entrego, Señor mío, todo, absolutamente todo lo que tengo y todo lo que soy.
Santo, Santo, Santo eres Señor, Dios del Cielo y de la tierra, digno de adoración.
Bendito y alabado seas, Santo eres Tú. Gloria a Ti, Gloria y alabanza por siempre.
Quiero unirme a los coros celestiales, a todos los coros angelicales y glorificarte con todos ellos.
Te quiero bendecir por toda la eternidad con mi testimonio de vida. Tuyo soy Señor, tuyo soy.
Sé que tu amor se derrama en mi vida en estos momentos y estás tocando lo profundo de mi corazón, sanando toda herida, toda frustración, todo dolor.
Vienes a mi vida a darme consuelo y fortalecerme con tu compañía.
Ven y quédate Jesús, quédate.
Amén.

La oración que transforma matrimonios:


Estimada Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, gracias por el profundo don del sacramento del matrimonio. Gracias por el magnífico regalo que es mi esposo(a), a quién Tú, perfecta providencia, planeó para mí desde toda la eternidad.
Permite que siempre lo (la) trate como realeza, con todo el honor, respeto y dignidad que merece.
Ayúdame, Señor mío, a ser desinteresado en mi matrimonio, para darlo todo por mi esposo(a), son ocultar nada, sin esperar nada a cambio, reconociendo y agradeciendo todo lo que él (ella) hace por mí y nuestra familia todos los días, ¡Es mucho!
Por favor, fortalece y protege nuestro matrimonio, así como todos los demás. Ayúdanos a orar juntos todos los días. Permítenos confiar en Ti todos los días, de la forma que mereces.
Por favor haz que nuestro matrimonio sea fructífero y abierto a Tu voluntad en el privilegio de la procreación y el cuidado de la vida. Ayúdanos a construir una familia fuerte, segura, amorosa, llena de fe, una Iglesia doméstica.
Estimada Santísima Virgen María, confiamos a ti nuestro matrimonio, ampara a nuestra familia siempre bajo tu manto.
Tenemos plena confianza en Ti Señor Jesús, porque siempre estás con nosotros, y buscas constantemente lo mejor para nosotros, trayendo todo lo bueno, incluso las cruces que has permitido en nuestras vidas.
Querido (nombre del cónyuge): Tú y yo somos uno. Te prometo que siempre te amaré y seré fiel a ti, nunca te abandonaré, daría mi vida por ti. Con Dios y contigo en mi vida lo tengo todo.
Gracias Jesús, Tú eres el gran servidor. Te amamos.
Amén
El mundo en sí mismo, necesita los testimonios de matrimonios fuertes y hermosos, está desesperado por esa luz.
Debemos crear una cultura que estime el matrimonio y la familia, estas palabras deben ser dichas con reverencia: El matrimonio y la familia, son sacramentos sagrados del Amor inestimable de Dios para el mundo.
"Así pues lo que Dios ha unido, que no lo separe en hombre". (Marcos 10,9-10)
Nunca permita que ninguna persona o alguna otra cosa inferior a ustedes, los separe a usted y a su cónyuge.
Dios es uno contigo, Dios es amor, el matrimonio es amor, y el amor perdura sobre lo que sea que venga, no llegará a su fin. [Leer 1 Corintios 13,7-8]
Seamos agradecidos con Dios por el don de nuestra pareja, estamos llamados a ser uno con ellos en el tiempo y la eternidad.
El Señor les bendiga y los haga un matrimonio santo en el amor,

El verdadero enemigo

El verdadero enemigo
! Es imposible ser amigo de su enemigo cuando su mente es su propio enemigo.!
Los cristianos solemos hablar del enemigo, y hasta pedimos en nuestras oraciones que Dios nos libre de él. Pero, ¿Quién es este enemigo? ¿Es un enemigo físico, es quien nos hace daño? No, ni es físico ni es tampoco humano. El verdadero enemigo es la tentación, nuestras propias tentaciones cotidianas.
Pero sepamos algo en forma clara: todas las personas tenemos dentro una tendencia natural hacia el bien, un sentido de felicidad interior y plenitud que aparece cuando obramos con justicia y caridad. Sin embargo, nuestra naturaleza humana imperfecta, herencia de la caída de los primeros padres, Adán y Eva, nos inocula también una desviación permanente hacia el mal, en forma de tentación. Esta actúa como agua que orada y orada nuestro interior. Cuando caemos y hacemos el mal, aparece lo que muchos llaman la conciencia, que es en realidad nuestro natural sentido del bien, y nos genera una culpa que marca claramente que algo no está bien. Todos tenemos conciencia, hasta el peor asesino o criminal.
Justo injusto Esta batalla interior que libramos a diario, y que sólo termina con la muerte, es la que produce la luz o la oscuridad en nuestra alma. Cuando ganamos esas luchas diarias contra la tentación y nos abstenemos de caer, vamos dando luz a nuestro interior. Y cuando caemos sin siquiera luchar, o lo que es peor, sin siquiera reconocer que debemos luchar, vamos oscureciendo nuestra alma más y más. El riesgo es dañarla tanto que llegado un punto esté como muerta, mas allá de que sigamos vivos en nuestros cuerpos. Una conversión es, sin dudarlo, una resurrección del alma, vistas las cosas de este modo.
La lucha interior contra el verdadero enemigo, nuestra propia tentación, debe ser el principal campo de batalla del esfuerzo cotidiano en defensa del bien. Cuando los cristianos nos confundimos y creemos que el enemigo es nuestro hermano que no está en el camino de la fe, o no practica la religión, o nos hace daño, caemos en un tremendo error que oscurece nuestra alma. Caemos en un pecado de falta de caridad.
Muchas veces somos ofendidos, insultados, perseguidos, menospreciados, humillados, lastimados. En nuestro interior crece un sentimiento de indignación y un deseo de contestar, replicar, mostrar nuestro sentimiento encarnecido. ¿Cuál es el verdadero enemigo allí? ¿La persona que nos hiere? El enemigo es nuestra ira, nuestro resentimiento. Sin dudas que la tentación actúa dentro de nosotros para que reaccionemos, empujándonos a caer en el mismo pecado que quien nos hiere, o a veces en uno peor, porque la formación o educación del otro puede ser muy inferior a la nuestra. Por la parábola de los talentos sabemos que Dios puede ver como menos grave el pecado de quien nos agrede, que el nuestro, ya que fuimos educados en la caridad y misericordia hacia el prójimo. En cualquier caso, sólo Dios ve en los corazones para poder juzgar con justicia.
Callar, tolerar, comprender, no replicar, son caminos fundamentales para no caer en las garras del enemigo interior, la tentación. Temer a uno mismo es una clave de crecimiento espiritual. Cuidemos de no caer en la tentación de la ira y el odio, el rencor y la venganza, Dios hará el resto.
¿A quien temo más?. ¿Quién más que uno mismo es responsable del cuidado de la propia alma?. Siendo así, debemos temer a nosotros mismos, a nuestros impulsos y reacciones, antes que a nuestro prójimo. Con amor curamos todas las heridas, las de nuestros hermanos, pero las nuestras también.