domingo, 8 de abril de 2018

NUESTRO PASTOR Y MAESTRO

Prebitero: jose antonio

TEOLOGÍA PATRÍSTICA

TEOLOGÍA PATRÍSTICA
Estamos en un momento en que la religión cristiana se convierte en oficial de este imperio Romano. ( Desde la conversión de Constantino en 316 D.C. )
Pero se permitía el paganismo, que era la religión del 90% de la población. Especialmente de la aristocracia Romana, y de los filósofos Griegos.
El último combate intelectual entre estas dos corrientes de pensamiento, se da durante el retiro del " Altar de la Victoria " , del Senado Romano, por orden del Emperador Gracián, en 380 D.C.
Defendiendo a los paganos, que eran liberales y aristócratas; se presentó su líder moral, el Senador Symmacus. Y por el lado de la religión oficial, el Obispo: Ambrosio de Milán. ( San Ambrosio ).
Este debate es fascinante, y sus consecuencias fueron trascendentes para la cultura occidental, para el pensamiento religioso, y la libertad del culto.
Symmacus era tolerante y generoso, pero inocente y débil de carácter.
La tesis de éste, es que hay muchos caminos para llegar a Dios. Y además si con la antigua religión el Imperio había prosperado, se debían dejar las cosas de esa manera.
Ambrosio por otra parte era totalmente intolerante, convencido de su credo: " La religión Cristiana es la única verdadera, y las demás deben ser destruidas. Y todos deben ser obligados a creerla. "
( Tesis que permaneció inalterada, y fue aplicada rigurosamente hasta el fin de la edad media.--- En mi ciudad, este fue el pensamiento imperante, hasta hace tres semanas.)
Ambos oradores pretendían convencer al Emperador Teodosio, quien sin vacilar se inclina en favor de Ambrosio y declara poco después: ( 392 d.C.) " El paganismo queda eliminado. Prohibiéndose a cualquiera y en cualquier lugar, público o privado, ejercer cualquier rito de esa religión."
La reacción no se hizo esperar. La nobleza Romana luchó desesperadamente por mantener la antigua religión. Y en 394 D.C. se levantaron en armas, apoyando a un usurpador quien les prometió restaurar el Paganismo.
Este fue un elemento que contribuyó en la caída del imperio.
Fueron derrotados, y la mayoría de los insurrectos fueron ejecutados. (¿ Algún parecido con nuestras guerras religiosas.?)
¿ Que estaba pasando ?, ¿ Porqué se arriesgaba el Emperador a enemistarse con la mayoría de la población, y con el partido aristocrático y el Senado. ?
En la mente de Teodosio, existía un temor mayor que el de cualquier consideración de orden religioso o personal. No había suficientes tropas para resguardar las fronteras del Imperio.
Las 33 legiones con que contaba el ejército, con 7,000 hombres cada una, no bastaban para resguardar los 6,000 Km. de frontera.
El peligro de invasión Germana era inminente, y se requería de una nueva cohesión social para afrontar el reto de los tiempos.
Dadas las circunstancias, la nobleza se negaba a tomar las armas. Los plebeyos tampoco tenían mucho interés en enlistarse al ejército.
Ahora no era como antaño, cuando participar en la guerra significaba una oportunidad de hacer esclavos, tomar botines y un sinnúmero de violaciones.
Ahora casi todo el mundo dentro del Imperio eran ciudadanos Romanos. Con derechos y oportunidad de defenderse políticamente.
Pelear contra los Bárbaros consistía únicamente en defender las posiciones del Río Rhin, sin ninguna posibilidad de botín. Solo la probabilidad de salir herido o muerto. Además los cristianos también se negaban a participar la guerra, ahora bajo el argumento de sus consideraciones morales.
En fin, nadie quería pelear.
Por otra parte, el Emperador Romano, quien debía luchar contra los Germanos, no era Romano, sino que era Germano. A pesar de estar convencido de que la cultura Romana era la única opción de sostener la civilización. A pesar de proclamar a los cuatro vientos su identidad con los romanos, su mensaje no era muy convincente para los ciudadanos del imperio.
La situación era desesperada, y solo con el apoyo de la Iglesia se podía convencer a los cristianos a tomar las armas para hacer frente a los Germanos. En ese tiempo la mayoría de ellos pertenecían a la secta de Arrio.
Durante los últimos 150 años, los Emperadores habían participado activamente en las decisiones teológicas y apoyado con el brazo civil a la Iglesia, eliminando las herejías.
También le habían otorgado prerrogativas importantes, como la exención de impuestos a los clérigos. Ahora le tocaba el turno al cristianismo, de defender al Imperio.
La situación era desesperada, pero todavía había esperanzas de salvarlo; principalmente porque los germanos no tenían intención de destruirlo, ya que admiraban profundamente la cultura Romana.
Su deseo inmediato era solo la adquisición de buenas tierras, para asentarse pacíficamente en algún rincón del inmenso territorio.
Teodosio logró pacificar a los Germanos invasores, pero sus sucesores fueron marcadamente ineptos y se enemistaron con esas tribus, creando un estado de conflicto que finalizó con la caída del Imperio Romano de Occidente en 476 D.C.
La influencia de los Emperadores fue decisiva en la formación de la iglesia, ya que los primeros Papas eran políticamente incompetentes y nunca lo hubiesen logrado por si solos.
Fue hasta que el Papa León el Grande (electo en 440 D.C.) comprendió el inmenso poder político de la Iglesia, que este fue empleado para evitar la desintegración social.
Con ello la Iglesia sustituye al Estado, dentro de un Imperio que se disolvía.
En esta situación, la Iglesia toma el control y define el rumbo del Imperio, convirtiéndose en una institución autoritaria y comprometida con el Estado.
Así los pensadores Patrísticos no tuvieron cortapistas para afianzar y diseminar su doctrina, la cual influyó mucho mas en el mundo latino, que en el Imperio Bizantino ( El cual duraría otros mil años. )
Las creencias religiosas de un selecto grupo de pensadores del siglo lV y V, dieron forma, a la teología de la Iglesia católica.
San Jerónimo, San Ambrosio, Gregorio el grande, Cirilo, obispo de Alejandría y San Agustín obispo de Hippona. Fueron principalmente, quienes integraban ese grupo. Y se les llama Padres de la Iglesia. Y por ello que se denomina Patrística, la época de éstos.
Los rasgos generales de ese pensamiento PATRÍSTICO, se pueden sintetizar en lo siguiente:
- Reconocimiento de la autoridad del Emperador, creando una simbiosis Estado-Iglesia.
- Transformación de la Iglesia, en cuerpo legalístico, basado en: Dogma, deber, jerarquía, obligación y castigos. ( Ley canónica )
- Repulsión compulsiva por las relaciones sexuales.
- Actitud apostólica: Los cristianos están en lo correcto y sus supervisores (Obispos) tienen el derecho y la obligación de convencer al mundo de su verdad.
- La teología y la moral cristiana deben ser sostenidas por la fuerza, si es necesario.
- Es imprescindible que todo el mundo pertenezca a la Iglesia, que obedezca a sus guías, y reciba los sacramentos. La fuerza pública debe ser empleada para forzar a la gente a obedecer a la Iglesia, que es la máxima autoridad en este mundo.
Con respecto a la Teología Patrística, citamos :
- Jesús es un evento único en la historia, no ha habido ni habrá mas Mesías.
- La segunda venida de Cristo será el fin de la historia.
- Dios se presenta en tres personas ( Teoría de Sabellius, 320 D.C. ) Padre, Hijo y Espíritu Santo.
- Dios castigó a toda la humanidad a su condena eterna, por el pecado de desobediencia de Adán. Solo la muerte de su Hijo, redimió al género humano de ese estado. Pero solo para quienes pertenecen a la Iglesia. Los demás al carajo.
- Jesús es Dios Hijo, para lo cual nació de una virgen, y por la voluntad del Espíritu Santo.
- Los pecadores serán apartados el día del juicio final. Pero antes de eso, aún los sacramentos impartidos por un pecador son válidos. Lo importante es el cuerpo de la Iglesia y no la calidad moral del sacerdote. ( Anti-Donatismo )
- No todos los santos entran directamente al cielo, algunos requieren expiar sus culpas en un lugar intermedio, llamado "Purgatorio".
- Para limpiar las culpas en este mundo, está el sacramento de la Penitencia, que consiste en:
- Percepción del pecado
- Contrición
- Confesión ante un sacerdote ordenado.
- Dar satisfacción por la ofensa, que puede ser mediante;
* Penitencia física
* Contribución económica a la Iglesia
* Peregrinaje
Carámba; Si Jesús de Nazaret, hubiese escuchado ésto, se hubiese tirado de cabeza al mar muerto.
Veamos ahora, a los promotores de esta teología patrística:
1- San Jerónimo:
Jerónimo es hijo de cristianos acomodados, y nació probablemente en 331 D.C. en la provincia Romana de Dalmatia, en la actual Yugoslavia.
Recibe una educación esmerada. Estudió gramática en Roma bajo la tutela del gran Aelius Donatius. Y durante diez años, se compenetró de los tratados de Virgilio, Cicerón, Terence, Sallustio, Horacio y otros.
Hombre de cualidades y virtudes extremosas. Vanidoso y de temperamento explosivo. Y por otra parte, el erudito en lenguas mas notable de su época; de carácter férreo y totalmente convencido de la doctrina de Jesucristo.
Al terminar sus estudios, se dirige a la ciudad de Trier, en la región occidental del imperio, buscando un espacio en la carrera del servicio público.
Sin embargo, se ve influenciado por el innovador movimiento monástico que se desarrollaba en esa zona; y se dedica ahí en forma apasionada, al estudio de la Biblia.
Regresa a su región de origen, y se instala en el pueblo de Aquilea, que también es un importante centro monástico. Es ahora seducido por la vida de ascetismo y comparte este estilo de vida con algunos compañeros. No dura mucho. Su temperamento conflictivo y su lengua afilada, lo impulsan a frecuentes riñas y disputas con sus colegas, quienes cristianamente, le invitan a largarse.
Pretende viajar a Jerusalén, pero a mitad de camino, en Antioquia, desfallece, y debe permanecer en casa de su amigo Evagrius.
En este lugar es donde decide dedicarse plenamente a la vida de ascetismo, y una vez recuperado de sus enfermedades, toma sus libros y se dirige al desierto de Siria.
En este lugar encontró muchos ermitaños que practicaban todo tipo de malabarismos ascéticos.
Unos dormían en el suelo y encadenados. Otros pasaban la vida sobre alguna columna, otros se alimentaban solo de alimañas y zacate. En fin, aquello era una competencia de estrambóticas actividades de austeridad y penitencia.
Ahí se dedica completamente a una vida de contemplación y penitencia. Sin embargo, pronto se ve perseguido por sus fantasías sexuales. Y en su afán de apartar de la mente, esas hermosas doncellas que danzaban casi desnudas, busca refugio en el estudio del idioma hebreo, y así acallar estas visiones. Jerónimo nos envía un ejemplar de lo anterior.
Hay que reconocer que tenía malos ratos. Pero nunca, malos gustos.
Amigo: Si tienes visiones similares que te atormentan, te sugiero el estudio del Esperanto. Es mas efectivo.
Busca a un judío converso al cristianismo, y lo toma como tutor. Después de algunos años, se transforma en un experto en esta lengua, siendo el primer cristiano latino de calidad intelectual en dominarla. Con excepción de Orígenes, escritor cristiano - latino, 185 - 284. Sin embargo la calidad de Jerónimo es muy superior a la de este último.
Jerónimo fue admirador y defensor de Orígenes, durante la primera parte de su carrera como teólogo de la iglesia.
En este tiempo, se iniciaban las discusiones teológicas en el seno de la iglesia, sobre el sentido de la divinidad Judea cristiana, sobre las personas de la trinidad, y sobre la humanidad o divinidad de Jesucristo.
Cristianos seguidores del obispo Paulinos, y los seguidores de Arrio, se enfrentan en encarnizadas discusiones sobre temas teológicos, baladíes y nimios. Pero que definirían el dogma oficial. Y por lo tanto, quien conservaba el poder jerárquico y temporal, dentro del iglesia.
Desde luego que nadie sabía a ciencia cierta lo que afirmaba. Pero todos lo hacían de manera docta y erudita, para deshacerse de sus competidores, en este pingüe negocio de la manipulación de las conciencias. ( ! Vaya ! : hasta que apareció una palabra con diéresis.)
También Jerónimo se ve envuelto en estos conflictos, y como se define por el bando Paulino, es ordenado sacerdote por Paulinus. Pero es expulsado por los otros monjes Arrianos. Y huye a Antioquia y después a Constantinopla.
A la muerte del emperador Valens en 378, Jerónimo ya había publicado varias traducciones del griego y del hebreo, al latín. Esto le había ganado considerable reputación entre sus colegas.
En 382 deja Constantinopla, y acompañando a su obispo Paulinus, se dirige a Roma, donde enfrentaría la mas agitada parte de su vida. El Papa Dámaso, lo toma a su servicio. Y le encarga una revisión de la traducción existente de la Biblia.
En este tiempo, la única opción era la traducción del griego, llamada septuaginta, y que adolecía de innumerables errores.
Para el carácter de Jerónimo, un trabajo de remiendo no era algo motivante. Por ello se lanza a una empresa mayúscula, y que lo ocuparía por el resto de su vida:
Una nueva traducción al latín, del antiguo y del nuevo testamento. Y partiendo de sus lenguas originales.
! Vámonos recio. !
Esta fue una decisión temeraria. Y no solo por lo inmenso del trabajo; sino porque lo colocaba en la cúspide de la intelectualidad cristiana; Además de que podía incluir en sus traducciones, algo de su propia cosecha.
Esto era más, de lo que podían soportar sus envidiosos colegas, incluyendo a San Agustín.
Menciona Jerónimo de éstos, que: " Se me echaron encima, como perros furiosos. "
Sin embargo, al completar su trabajo, obtuvo gradualmente el reconocimiento, y la aceptación de su traducción de la Biblia: "La Vulgata."
Mientras se encontraba en Roma, trabó amistad con un grupo de elegantes damas, quienes practicaban una rudimentaria vida conventual. Se sintió feliz cuando ellas lo invitaron a ser su guía espiritual. Su necesidad imperiosa de compañía femenina, quedaba satisfecha de esta manera.
Con dos de ellas, Paula y su hija Eustaquia, tendría una profunda y duradera relación. Debo mencionar, que este vínculo no fue de carácter sexual, sino afectivo y emocional.
Recordemos que Jerónimo exaltaba el estado de virginidad, y consideraba abominable la relación sexual. Y aún el estado matrimonial era para él, una situación poco encomiable.
A tal grado era su puritanismo sexual, que muchos de los clérigos de la época lo reprobaban por extremista.
Con esta visión enfermiza, no tenía mas remedio que chocar con otros pensadores del momento. El laico Helvidius, refuta a Jerónimo sobre el tema de la virginidad de María. Y sostiene que ésta tuvo relaciones con José, después de procrear a Cristo. No olvidemos que en esa época, se sabía, que María había tenido cuatro hijos y varias hijas. ( Ahora, parece que ya se nos olvidó.)
Jerónimo se convierte en un energúmeno, y contesta con el panfleto: " Contra Helvetius."
! Carajo! : Debe haber pensado. Un laico ignorante, se atreve a cuestionarme. Y lo cubre de insultos gratuitos, haciendo uso de su filosa lengua y su muy aguda inteligencia. Con una batería de sarcasmos y amenazas, demuele al pobre Helvetius, quien no vuelve a sacar la cabeza de su madriguera.
Nota: "Carajo": Despedir con malos modos. Según la real academia de la lengua española.
Con ello queda establecida en la ortodoxia católica, la perpetua virginidad de María. Y ahora podemos disfrutar nosotros los creyentes de innumerables advocaciones, apariciones, corredenciones, milagros, visiones, estatuas, estampitas y demás parafernalia, de la teología Mariana.
También incluye en ese escrito, su percepción sobre la sexualidad humana. Y nos receta una enfermiza y morbosa homilía sobre el tema. Y con ello encamina la teología moral de la iglesia, en un derrotero inestable, que aún en nuestra época no podemos subsanar.
Ver: Los escándalos sexuales en la jerarquía.
Mientras vivió su protector, el Papa Dámaso, Jerónimo difundió su campaña de ascetismo a su antojo: Sin embargo, a la muerte de éste, la situación cambió.
Muchos jerarcas de la iglesia lo detestaban por su visión extremista, la cual consideraban una intromisión de la cultura oriental; Y también como respuesta a sus ataques en lo referente al enriquecimiento escandaloso de los obispos. Por ello comenzaron a hacerle la vida imposible.
Lo acusaron ante las autoridades, de tener relaciones sexuales con Paula. ( ! Envidiosos !.). Por ello, Jerónimo partió de Roma hacia Jerusalén, acompañado de Paula y Eustaquia.
Se establecieron en Belén, en 386, para seguir con su vida monástica. Ahí sus amigos Rufino y Melania, habían establecido monasterios para hombres y para mujeres, latino parlantes.
Durante los treinta años siguientes se dedicó a dirigir a sus monjes. Y a terminar su trabajo de vida: La traducción de la Biblia " Vulgata ".
Pero en ese lapso, su vida no fue lo tranquila que se debía esperar. Estuvo sacudida por continuas trifulcas y conflictos con los otros teólogos de la iglesia.
Uno de estos conflictos, fue con su amigo Rufinus, quien se quejó de la intención de traducir la Biblia. Pero el asunto principal, fue el tema de Orígenes.
Ambos clérigos habían sido admiradores de Orígenes, al que consideraban su maestro. Pero una vez que la ortodoxia católica, definió que las enseñanzas de aquel habían sido heréticas, ( Por asunto baladíes, como siempre.) Jerónimo renuncia a su maestro.
No así Rufinus, y el obispo Juan de Jerusalén, quienes se mantienen fieles a sus creencias. Jerónimo denuncia a sus amigos, por difundir la herejía.
Juan y Rufinus, no tenían sentido del humor, y toman la cosa en serio. Juan excomulga a Jerónimo en 387, y pretende expulsarlo por la fuerza de su monasterio.
Estando las cosas así, Rufinus se traslada a Roma, donde publica el tratado. " Chef d ´eouvre, principios primarios ", de Orígenes.
Y en el prefacio, menciona las adulaciones que Jerónimo había hecho de este teólogo.
Cuando se entera, a Jerónimo le da un soponcio. Y se inicia así una guerra de panfletos entre los dos examigos.
Rufinus, finalmente entra en cordura e intenta apartarse de esta sucia campaña. Pero Jerónimo no podía controlar la adrenalina, y continuó con sus escritos satíricos en contra del primero.
Cuando se entera de la muerte de Rufinus, en 411, exclama: El escorpión de Rufinus finalmente es enterrado con sus hermanos del mal: Enceladus y Porfirio. La hidra de múltiples cabezas, por fin deja de silbar ". (Caridad cristiana.)
Al poco tiempo, se vio enredado entre otros dos camorristas: Teófilo, patriarca de Alejandría, y Juan Crisóstomo, patriarca de Constantinopla, quienes luchaban por la primogenitura en el mandato del cristianismo. Teófilo utiliza a Jerónimo, y al asunto de las herejías de Orígenes, para humillar a Juan.
En esta lucha de intrigas palaciegas, se vieron inmersos Jerónimo, la emperatriz Eudoxia, y toda la jerarquía de la iglesia. Termina esta historia con el triunfo de Jerónimo y del inmoral Teófilo. Y la muerte del patriarca Juan.
¿ Se quedaría tranquilo nuestro revoltoso héroe, en su monasterio.? -- No, desde luego que nó.
Ahora le tocaba luchar con un rival de otro calibre. San Agustín, Obispo de Hippona.
Pero este tema aparecerá en el siguiente capítulo. " No os desesperéis " . Considerad que los buenos siempre ganan.
Y con respecto a Jerónimo, antes de partir de este mundo, se enfrascó en una postrer controversia.
Un tal vigilantius ( Vigilante, o despierto), sostenía que la Biblia prohibía la adoración de figuras. ( Y tenía razón.) Pero Jerónimo no estaba de acuerdo, y publica un panfleto: " Contra Vigilantius ", donde lo apoda: "Dormitianus" ( El dormilón.,) y defiende la costumbre de venerar imágenes, las reliquias de los santos y toda la parafernalia de la iglesia.
Y por último: Se avienta un round final; con el teólogo y monje inglés: Pelagius.
El motivo de la disputa fue la posición de este pensador, sobre asuntos como el pecado original, la gracia y el libre albedrío. Ya que sostenía que se podía llegar a la salvación, por méritos propios.
Jerónimo y Agustín, hacen causa común, y le ganan la batalla teología al inglés. A partir de este evento, se inicia la amistad, entre estos dos padres de la iglesia.
Desde luego que logran su propósito. En este momento nadie se atrevía a cruzarse en su camino.
Los años finales de Jerónimo se vieron ennegrecidos por terrible eventos. La caída de la imperio Romano. Invasiones de bárbaros que circulaban por todo el territorio; violando, matando y robando. Alarico y los ostrogodos toman la ciudad de Roma, y cometen múltiples atropellos.
" El faro del mundo se extingue. Y la civilización muere, con las ruinas de esta ciudad."
La violencia llega hasta Jerusalén: En 416, Jerónimo es obligado a huir de su monasterio, por una banda de rufianes. Los edificios son saqueados, y quemados hasta sus cimientos. La ley y el orden se habían extinguido.
Pero su pena mayor, fue la muerte de Paula en 404. Y un año antes de su propia muerte, parte Eustaquia de este mundo.
Enfermo y cansado, no tuvo fuerza para continuar. Y fallece en 420 d.C.. Es enterrado cerca de la tumba de sus dos grandes amores.
A pesar de su carácter conflictivo, y sus múltiples defectos humanos. Jerónimo se ganó a pulso el título de padre de la iglesia. Y de santo.
Pues además de su gran aportación en la traducción de la Biblia Vulgata, nadie puede negar su total entrega a la causa de Jesucristo.
Y sin olvidar, la protección, el cariño y el amor que prodigó a Paula y Eustaquia.

La infusión de teología patrística en la teología reformada Leer más: http://protestantedigital.com/magacin/42237/La_infusion_de_teologia_patristica_en_la_teologia_reformada

La infusión de teología patrística en la teología reformada La teología patrística y la teología reformada no están en contra la una con la otra. Por el contrario, se enriquecen mutuamente.
¿En un artículo previo, intenté aclarar el significado de la etiqueta “reformado” resumiendo el consenso de la teología reformada de los siglos XVI-XVII. Terminé el articulo alabando el sistema por su profundidad y riqueza pero también dando pistas de una tendencia peligrosa dentro de dicho sistema. En este artículo me gustaría explicar en qué consiste esta tendencia y cómo se puede evitar. No estoy acusando a la tradición reformada de ninguna herejía (y de hecho me identifico como un heredero de mucho de ella), pero sí estoy intentando suplir un elemento muy importante que la tradición reformada suele o dar por sentado u omitir. En este artículo me gustaría hablar de lo que llamo la infusión de la teología patrística en la teología reformada, la cual explicaré a continuación. Primero resumo la teología patrística y luego vuelvo a estudiar el consenso de la tradición reformada a la luz de la teología patrística. La teología patrística: un esquema Igual que en el artículo previo me basé en el libro de Jon Rohls, aquí me baso principalmente en el libro de Donald Fairbairn titulado Vida en la Trinidad (título en inglés: Life in the Trinity) en que el autor resume una porción significante de la teología de los primeros cinco siglos de la Iglesia (estoy en deuda con su libro pero también he adaptado sus argumentos para conformarlos al enfoque actual). Los padres de la Iglesia no hablaban de la teología como si fuera impersonal sino como algo personal, es decir, su enfoque era estudiar al Dios trino y nuestra relación con él. La teología patrística llegó a muchas de las conclusiones a las que llegó la tradición reformada pero llegó a ellas por otro camino. Los padres tenían un enfoque relacional porque veían que los puntos de inflexión más importantes en la Biblia giraban en torno a las relaciones intratrinitarias entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y a nuestra relación con ellos. Aunque sea una simplificación, se puede decir que la teología patrística entendía que la Biblia contenía cinco puntos de inflexión, a saber, la eternidad pasada, la creación, la caída, la redención y la consumación. A continuación los desarrollo con más detalle. Sobre la eternidad pasada, los textos que constituían el foco eran: Juan 1, Juan 17, Efesios 1, Colosenses 1 y Hebreos 1. Como no hay tiempo para estudiar todos, solo cito Juan 17.24 que puede servir como un texto ejemplar que capta bien la esencia de la enseñanza bíblica sobre este primer punto. En este versículo Jesús está orando al Padre y dice: “me has amado desde antes de la fundación del mundo”. Este versículo (entre otros) muestra que desde siempre (y realmente, más allá de “desde siempre” ya que Dios existe fuera del tiempo) ha existido una íntima relación amorosa entre el Padre (el amador), el Hijo (el amado) y el Espíritu Santo (el amor entre los dos; como se verá a continuación, es importante notar que el Espíritu Santo es el vínculo de relación). Sin exageración, esta relación es la fuente y el origen de todo, y por lo tanto es la fuente y el origen de toda teología. De la creación, es importante señalar cómo Dios creó al hombre: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Gén 2.7). Este versículo era interpretado por algunos padres como el Espíritu Santo dando al hombre la misma vida de Dios y por lo tanto permitiéndole participar en ella. En el momento de su creación el hombre disfrutaba de una íntima relación amorosa con el Dios trino (de hecho, Dios creó al hombre “varón y hembra”, implicando así que ser creado “a la imagen de Dios” incluye la necesidad de vivir en comunidad; cf. Gén 1.26-28). En el meollo de lo que significa ser creado a la imagen de Dios (Gén 1.26-28) y poder participar en el amor de Dios, está la capacidad de escoger, elegir, desear, querer; en resumen, el hombre fue creado con la voluntad y aquella voluntad debería haber escogido, elegido, deseado y querido al “otro” (Dios y prójimo) como el Padre y el Hijo lo hacen a través del Espíritu. ¿Qué hizo el hombre con dicha capacidad? La respuesta a esta pregunta nos lleva al tercer punto de inflexión, a saber, la caída. La tentación propuesta a Adán y Eva tenía que ver con la relación y la voluntad: podían, o bien seguir teniendo una íntima relación amorosa con el Dios trino (aunque Satanás no se lo explicó así), o salir de dicha relación y tener una nueva vida fuera del amor de Dios y fuera de una relación con él: “sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Gén 3.5). La tentación de “ser como Dios” era un ataque directo contra la relación que tenían con Dios, e implicaba un giro en el sentido opuesto a él. En lugar de girar hacia el “otro”, su voluntad ahora giraba hacia dentro de tal forma que escogía, elegía, deseaba y se quería a sí mismo. Antes de este momento, la presencia de Dios entre su pueblo era dada por sentada pero a partir de ahora está alejada e incluso es amenazadora. Mucho del Antiguo Testamento tiene que ver con este mismo tema. El cuarto punto de inflexión tenía que ver con la redención, es decir, la respuesta de Dios frente a la ruptura de relación. El Antiguo Testamento era visto como una preparación para la llegada del Hijo, durante la cual el pueblo de Dios vivía en la promesa de que Dios arreglaría la brecha entre Dios y hombre. La llegada del Hijo, su encarnación y obra en la cruz, era la culminación de toda la historia a raíz de Génesis 3. Por fin, en Cristo, el único Dios-hombre, un hombre no dijo que sí a la tentación de “ser como Dios” en el sentido de romper la relación con Dios, sino que vivió una vida en perfecta comunión con él: “No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace” (Jn 5.19-20). Esta comunión entre Padre e Hijo culminó en la cruz, la cual era interpretada como Dios restableciendo la relación con el hombre. De hecho, varios versículos dicen explícitamente que la cruz era la demostración más clara del amor de Dios: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Jn 4.10; cf. Jn 3.16; Rom 5.7-8; Gál 2.20; 1 Jn 3.16). Para los padres de la Iglesia, lo que hizo Jesús a sus discípulos después de su resurrección era muy significativo: “Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo” (Jn 20.22). Este versículo era interpretado como el restablecimiento de la íntima relación amorosa entre Dios y el hombre a través del Espíritu Santo (ver Gén 2.7 arriba). En cierta medida Jesús, por haber enviado al Espíritu a sus discípulos, envió las “arras” (cf. Ef 1.14) de la relación que Dios y el hombre tenían en Génesis 1-2 y que tendrían en la eternidad futura. Fue a la luz del reenvío del Espíritu Santo al hombre que los Padres interpretaban el siguiente versículo: “nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina” (2 Ped 1.4). En otras palabras, Dios ha vuelto a darnos de su propia vida a través del Espíritu Santo. El quinto punto, la consumación, era entendido como un regreso al comienzo, pero con una diferencia muy importante para nosotros: ahora los seres humanos serán acogidos plenamente y para siempre en íntima relación amorosa con el Dios trino: “Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad … Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado” (Jn 17.23-24). La íntima relación amorosa que Dios tenía entre sí desde siempre, que era la misma que otorgó al ser humano en el jardín, la misma que perdió voluntariamente con el primer pecado (y que nosotros perdemos todos los días de nuestras vidas), la misma que Jesús restableció en parte por su muerte y resurrección—esta misma relación es la que disfrutaremos en plenitud y en la cual participaremos para la eternidad. La teología reformada a la luz de la teología patrística En resumen, la teología patrística era una teología coherente e íntegra, y el hilo que la cohesionaba era la relación y el amor. Donald Fairbairn explica bien la relación entretejida de la teología patrística: “Los padres de la Iglesia no hablaban primero de Dios, y luego de la salvación y luego de la vida cristiana. En cambio, la manera en que hablaban de Dios abarcaba su discurso sobre la salvación y la vida cristiana. Se podría decir que no tenían doctrinas distintas de Dios y de la salvación sino que su doctrina de Dios era su doctrina de la salvación” (Vida, 6). Cuando volvemos al sistema doctrinal reformado con este entendimiento de la teología, lo vemos con otra luz. A continuación vuelvo a resumir el mismo sistema doctrinal reformado pero esta vez lo filtro a través del hilo de relación y amor. - De la revelación, la Palabra de Dios y el rol de la tradición: Segunda a Timoteo 3.16-17 dice: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. La palabra griega detrás de “inspirada por Dios” es θεόπνευστος y literalmente significa “expirada por Dios”. Evoca la idea de Génesis 2.7 y Juan 20.22 de que Dios nos está ofreciendo su vida por su Palabra. En otras palabras, podemos quedar con Dios y tener relación y comunión con él en su Palabra. - De la deidad y la trinidad: En lugar de decir que los atributos de Dios fluyen de la simplicidad (y espiritualidad) del ser de Dios, me gustaría sugerir que la íntima relación amorosa entre el Padre (el amador), el Hijo (el amado) y el Espíritu Santo (el amor entre los dos) es el mejor lugar para empezar. No niego que su simplicidad (y espiritualidad) sea básica para tal entendimiento sino que sugiero que la definición debe ser ampliada con el amor. - De la creación y la providencia: La creación es el resultado del amor desbordante del Dios trino. Dios no creó desde alguna carencia sino desde su plenitud. El hecho de que Adán y Eva fueran una sola carne y estuvieran desnudos y no se avergonzaran (Gén 2.23-25) ilustra su plena comunión el uno con el otro, y esta comunión reflejaba la que tenían con su creador. - De los seres humanos y el pecado: La obediencia es nuestra forma de amar a Dios (cf. Jn 14.15). Al haber escogido el mal, perdimos nuestra relación con Dios, y como consecuencia, su vida y todo lo que implica (su amor, paz, gozo, etc). Por lo tanto, sólo nos queda la muerte y el giro perpetuo hacia dentro. Es instructivo notar cuántas veces la Biblia habla del pecado en términos del amor: “los hombres amaron más las tinieblas que la luz” (Jn 3.19; cf. Jn 12.43; 2 Tes 2.10; 1 Tim 6.10; 2 Tim 4.10; 1 Jn 2.15; 2 Ped 2.15). Jesús habló de la gente que no tenía relación con Dios dentro del marco de amor así: “Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros” (Jn 5.42). - Del pacto de la gracia y la reconciliación: Dios siempre tuvo planeada la redención de su pueblo a través de Cristo (cf. Ef 1.4). La obediencia activa de Jesús fue en realidad una vida de amor: “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor” (Jn 15.10; cf. Jn 14.31). - De la cristología y la llamada “extra calvinística”: Cristo era el verdadero Adán que escogía, elegía, deseaba y quería a Dios. Su obediencia (que es el amor) toma el lugar de nuestra desobediencia (que es el “ser como Dios”). La Biblia dice que el amor es el porqué de la encarnación: “En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él» (1 Jn 4.9). - De la justificación y la fe: Como vivimos en la muerte, no hay nada que podamos hacer para reconciliarnos con Dios—siempre queremos “ser como Dios”. Por lo tanto, Dios toma la iniciativa de hacer vivo al ser humano para que pueda responder a su amor. Dios ofrece al ser humano una relación restaurada de forma gratuita. Es impresionante notar que Pablo habla de la salvación en términos del Espíritu Santo y el amor: “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Rom 5.5). Es decir, lo que perdimos en el jardín, a saber, el amor de Dios, nos ha sido restaurado a través del mismo Espíritu Santo que fue dado originalmente a Adán y Eva. - De la santificación y la penitencia: Las buenas obras son la consecuencia necesaria de tener una relación restaurada con Dios, porque Dios ha hecho volver al hombre a su amor: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Jn 14.15; cf. 1 Tm 1.5; 1 Jn 5.3; 2 Jn 6). La santificación culmina en el amor, que es la virtud cristiana más alta: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” (1 Cor 13.13; cf. 2 Ped 1.5-7). - De la elección y la reprobación: Dios ha elegido a su pueblo en amor: “en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo” (Ef 1.5; cf. Rom 9.13). La seguridad eterna es el resultado de haber comprendido el amor de Dios: “En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor” (1 Jn 4.17-18). - De la iglesia y sus marcas características: Las tres marcas de la verdadera iglesia, a saber, la predicación del evangelio, la administración de los sacramentos y el mantenimiento de la disciplina eclesiástica, están enfocadas en la declaración y el mantenimiento de la relación que Dios tiene con su pueblo. Jesús está presente a través del Espíritu Santo cuando haya dos o tres congregados en su nombre (cf. Mat 18.20). - De la Palabra y los sacramentos: El Espíritu Santo obra a través de la palabra predicada (2 Tim 3.16) y los sacramentos (Tito 3.5); son los canales a través de los cuales tenemos comunión con Dios. La Palabra es lo que el Espíritu Santo usa para restaurar la imagen de Dios que perdimos a través del pecado: «Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor» (2 Cor 3.17-18). - La doble forma de la Palabra de Dios: A través de la obra del Espíritu Santo, la ley que antes no podíamos guardar ahora sí la podemos guardar. La presencia de la santidad de Dios, tan terrible para los que quieren “ser como Dios”, ahora es el mayor deleite para los que han sido llamados a volver al jardín de Génesis 1-2. De hecho, en varios sitios la Biblia dice que el amor es el resumen de la ley de Dios: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mt 12.37-40; cf. Rom 13.8-10; Gál 5.14; San 2.8). Cuando amamos a través del Espíritu Santo, guardamos la ley de Dios. - Del bautismo: Por el bautismo morimos al pecado y resucitamos a una nueva vida en la cual podemos servir (obedecer, amar) a Dios (cf. Rom 6.1-14). - De la cena del Señor: Los cristianos se acuerdan de su relación restaurada con Dios y por lo tanto de su relación restaurada los unos con los otros (cf. 1 Cor 11.17-34). Es interesante que algunos de los primeros cristianos se referían a la cena del Señor como un “ágape”, el cual es una transliteración de la palabra griega ἀγάπη, que significa «amor». - Del ministerio, la carga y los cargos: Los líderes de la iglesia llevan a sus miembros a una relación cada vez más profunda con Dios. - De la iglesia y el estado: El estado debe tener un rol de fomentar el bien y disminuir el mal. Conclusión En resumen, la teología patrística y la teología reformada no están en contra la una con la otra. Por el contrario, se enriquecen mutuamente. Lo que la teología patrística puede aportar a la teología reformada es el enfoque personal: la teología no es “una cosa” que hay que estudiar, sino una persona con quien tenemos que relacionarnos. En lugar de ser “fría”, la teología reformada puede ser muy emocionante y algo que nos lleva a adorar a Dios porque cuando estudiamos la “teología” estamos estudiando lo que el Dios trino ha hecho por nosotros. El amor no solamente es el “vínculo perfecto” de las virtudes cristianas (cf. Col 3.14) , sino también de la teología. Y para nosotros los cristianos, ¿qué es el amor? “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom 5.8). En otras palabras, este hilo de relación y amor con el cual he intentado unir la teología reformada con la ayuda de la teología patrística es ni más ni menos que una exégesis de la cruz.