sábado, 12 de diciembre de 2015

DOGMA DE LA IGLESIA CATOLICA. LOS DOGMAS

DOGMA DE LA IGLESIA CATOLICA. LOS DOGMAS
Dogmas sobre Dios
1.- La existencia de Dios
1.- Posibilidad de conocer a Dios con la SOLA LUZ DE LA RAZON NATURAL.
El concilio Vaticano (1869-1870) bajo Pío IX (1846-1870) declaró:
"Si alguno dijere que Dios vivo y verdadero, creador y Señor nuestro, no puede ser conocido con certeza por la luz natural de la razón humana por medio de las cosas que han sido hechas, sea anatema." Dz.1806
"La misma Santa Madre Iglesia sostiene y enseña que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza por la luz natural de la razón humana partiendo de las cosas creadas." cf. Dz. 1785.
El Concilio presenta los siguientes elementos:
a) El objeto de nuestro conocimiento es Dios uno y verdadero, Creador y Señor nuestro; es por tanto un Dios distinto del mundo y personal.
b) El principio subjetivo del conocimiento es la razón natural en estado de naturaleza caída.
c) Medios del conocimiento son las cosas creadas.
d) Ese conocimiento es de por sí un conocimiento cierto.
e) Y, es posible, aunque no constituya el único camino para llegar a conocer a Dios.
Pruebas de la Escritura:
a) "Pues de la grandeza y hermosura de las creaturas, por razonamiento se llega a conocer al Creador de estas." Sap.13,1-9,15.
b) "Porque desde la creación del mundo, lo invisible de Dios, su eterno poder y su divinidad son conocidos mediante las creaturas, de manera que ellos son inexcusables." Rom. 1, 20.
La idea de Dios no es innata en nosotros pero sí tenemos la capacidad para conocerle con facilidad, y en cierto modo espontáneamente, por medio de sus obras.
2.- La existencia de Dios como objeto de fe
La existencia de Dios no sólo es objeto del conocimiento de la razón natural, sino también objeto de la fe sobrenatural.
Concilio Vaticano 1869-1870, bajo Pío IX 1846-1878
24 Abril 1870.
"La Santa Iglesia católica, apostólica y romana cree y confiesa que existe un sólo Dios verdadero." Dz. 1782.
Este mismo concilio condena por herética la negación de la existencia de Dios. Dz. 1801.
"Si alguno negase que sólo Dios es verdadero creador y señor de las cosas visibles e invisibles, sea anatema."
Pruebas de la Escritura:
La fe en la escritura de Dios es condición indispensable para salvarse:
"Sin la fe es imposible agradar a Dios; pues es preciso que quien se acerque a Dios crea que existe y que es remunerador de los que le buscan." (Hebreos 11,6).
La revelación sobrenatural en la existencia de Dios, confirma el conocimiento natural de Dios, hace que todos puedan conocer la existencia de Dios con facilidad.
No hay contradicción en que una misma persona pueda tener al mismo tiempo ciencia y fe de la existencia de Dios, ya que en ambos casos diverso el objeto formal: evidencia natural - revelación divina.
Al primero llegamos por la razón natural y al segundo por la razón iluminada por la fe.
3.- La Unicidad de Dios
No hay más que un solo Dios.
Concilio IV de Letrán 1215, bajo Inocencio III 1198-1216.
"Firmemente creemos y simplemente confesamos que UNO SOLO es Dios." Dz. 428.
La Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana cree y confiesa que hay un solo Dios verdadero y vivo." Dz. 1782.
Pruebas de las Escrituras:
"Oye, Israel, Yahvé es nuestro Dios, solo Yahvé." (Dt. 6,4)
"Sabemos que el ídolo no es nada en el mundo y que no hay más Dios que uno solo." (1 Cor. 8,4).
Act. 14, 14; 17,23; Rm. 3,39; Ef. 4,6; 1 Tim. 1, 17; 2, 5.
Los santos padres prueba la unicidad de Dios por su perfección absoluta y por la unidad del orden del mundo.
Dice Tertuliano: "El Ser Supremo y más excelente tiene que existir El sólo y no tener igual a El, porque si no, cesaría de ser Ser Supremo. y como Dios es el Ser Supremo, con razón dijo nuestra verdad cristiana: Si Dios no es uno solo, no hay ninguno."
Santo Tomás deduce especulativamente la unicidad de Dios de su simplicidad de la infinitud de sus perfecciones y de la unidad del universo. S. Th. I 11.3.
La historia comparada de las religiones nos enseña que la evolución religiosa de la humanidad no pasó del politeísmo al monoteísmo, sino al contrario: del monoteísmo al politeísmo.
Rom. 1. 18.
Se oponen a este dogma básico del cristianismo el politeísmo de los paganos y el dualismo gnostico-maniqueo que suponía la existencia de dos principios increados y eternos.
4.- Dios es eterno
El concilio IV de Letrán y el concilio Vaticano asignan a Dios el predicado de eterno.
"Firmemente creemos y simplemente confesamos, que uno solo es el verdadero Dios, eterno...") Dz. 428.
"La santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana cree y confiesa que hay un solo Dios, verdadero, vivo, eterno, inmenso, incomprensible, infinito en su entendimiento y voluntad y en toda perfección." Dz. 1782.
El dogma dice que Dios posee el ser divino sin principio ni fin, sin sucesión alguna, en un ahora permanente e indiviso.
Pruebas de las Escrituras:
Ps, 89,2. "Antes que los montes fueran, y fueran paridos la tierra y el orbe, eres Tu desde la eternidad a la eternidad."
Ps. 2,7. Jo. 8.58 "Antes que Abraham naciese era yo."
Especulativamente, la eternidad de Dios se demuestra por su absoluta inmutabilidad la razón última de la eternidad de Dios es su plenitud absoluta de ser que excluye toda potencialidad, y por tanto toda sucesión. S.Th. I 10, 2-3.
5.- Trinidad
"En Dios hay tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo; y cada una de ellas posee la esencia divina que es numéricamente la misma."
Concilio IV de Letrán 1215 bajo Inocencio III 1198-1216.
"Firmemente creemos y simplemente confesamos, que uno solo es el verdadero Dios, eterno, inmenso e inconmutable,
incomprensible, omnipotente e inefable, Padre, Hijo y Espíritu Santo: tres personas ciertamente, pero una sola esencia, sustancia o naturaleza absolutamente simple. El Padre no viene de nadie, el Hijo del Padre solo, y el Espíritu Santo a la vez de uno y de otro, sin comienzo, siempre y sin fin." Dz.428.
El dogma trinitario es declarado por este concilio pero el Concilio de Florencia presentó un compendio de ésta doctrina que puede considerarse como la meta final de la evolución del dogma.
Concilio de Florencia 1438-1445. Eugenio IV 1431-1447:
"Por razón de esta unidad, el Padre está todo en el Hijo, todo en el Espíritu Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo; el Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo. Ninguno precede a otro en eternidad, o le excede en grandeza, o le sobrepuja en potestad..." Dz. 704.
Sagradas Escrituras:
En el Antiguo Testamento es velada la alusión al misterio Trinitario Gen. 1, 26. "Hagamos al hombre..." Ps. 2. 7 "Díjome Yahvé: Tu eres mi Hijo, hoy te he engendrado."
Nuevo Testamento:
"El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, y por esto el Hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios." (Luc. 1,35) (Espíritu Santo Altísimo e Hijo del Altísimo.)
"Vio al Espíritu de Dios descender como paloma y venir sobre El, mientras una voz del cielo decía: Este es mi Hijo amado en quien tengo mis complacencias." (Mt. 3, 16 ss.)
Donde se revela claramente el misterio Trinitario es en:
"Id, pues, enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo." (Mt. 28, 19).
Así como el hombre puede con su sola razón descubrir al Dios uno. Al conocimiento de Dios Trino no puede asomarse si no es a través de la Divina Revelación.
En Dios la acción de entender, lo mismo que la de amar, se identifican con su propia esencia divina, porque su entender y su querer constituyen su mismo ser. Por eso en las dos procesiones divinas, o sea la que da origen al Hijo por vía de generación intelectual y la que da origen al Espíritu Santo por vía de amor procedente del Padre y del Hijo, no se da sucesión alguna, ni prioridad ni posteridad...son eternas con la misma eternidad de Dios.
El Padre, en efecto, viendo reflejado en su propia divina esencia a su Verbo divino, que es la Imagen perfectísima de sí mismo le ama con un amor sin límites. Y el Verbo, que es la Luz del Padre, su Pensamiento eterno, su Gloria, su Hermosura, el esplendor de todas sus perfecciones infinitas, devuelve a su Padre un amor semejante, igualmente eterno e infinito. Y al encontrarse la corriente de amor que brota del Padre con la que brota del Hijo, salta por decirlo así, un torrente de llamas que es el Espíritu; amor único, aunque es mutuo, viviente y subsistente; abrazo inefable, vínculo que consume al Padre al Hijo en la unidad del Espíritu Santo. ("Perfección cristiana". Royo Marín p. 53.

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