sábado, 19 de marzo de 2016

El Gnosticismo.

El Gnosticismo: ¿Herejía u Ortodoxia?
El Gnosticismo, doctrina filosófico-religiosa de los gnósticos, es la enseñanza basada en la gnosis, término griego que significa literalmente conocimiento. Obviamente, en este caso, se trata del conocimiento sagrado (o Sophia).
Durante mucho tiempo, fue mostrado como una herejía, una simple secta del cristianismo: primero habría existido el cristianismo, con su teología, y solo después habría surgido la herejía gnóstica. Von Hartman, un historiador alemán de finales del siglo XIX, aún consideraba que los gnósticos, interpretando la doctrina cristiana a la luz de la filosofía griega, distorsionaron aquel mensaje y propagaron formas falsas de la enseñanza cristiana.
Con el desarrollo del estudio de la Historia de las Religiones, esta perspectiva fue abandonada, pasando a dejar clara y resuelta la idea de que el gnosticismo es un fenómeno básicamente precristiano y un movimiento religioso independiente. En el comienzo del siglo XX, Wilhelm Bousset declaró que “el gnosticismo es antes que nada un movimiento precristiano con raíces en sí mismo. Deberá por tanto ser entendido. en sus propios términos y no como una excisión o derivado de la religión cristiana.” Walter Bauer publicó en 1934 una obra que reconocía que “originalmente, ciertas manifestaciones de vida cristiana que los autores de la Iglesia denuncian como herejías, no habían sido nada de tal género, siendo por el contrario las únicas formas de la nueva religión; esto es, en esas regiones, eran simplemente el cristianismo”. La gnosis es el conocimiento espiritual y sagrado, correspondiente al Gupta-vidya de los hindús, la visión con los ojos del alma o percepción espiritual, y solo puede ser alcanzado a través de la Iniciación en los Misterios Espirituales. 
 Para los gnósticos, la gnosis es (era) esencialmente un proceso de autoconocimiento como conocimiento de Dios.
Abandonad la búsqueda de Dios y de la creación y demás cuestiones de índole semejante. Conseguidlo tomándoos a vosotros mismos como punto de partida. Aprended qué es lo que, dentro de vosotros, hace suyo todo cuanto existe y decid: “ Dios mío, mi razón, mi pensamiento, mi alma, mi cuerpo”. Aprended las fuentes de la tristeza, de la alegría, del amor, del odio. Si investigaseis cuidadosamente estas cuestiones, descubrireis a Dios en vosotros mismos.
El hombre que se conoce a sí mismo, al más profundo nivel, conoce simultáneamente a Dios y para de hacer.
Golpead a la puerta que sois y caminad por la linea recta que sois. Pues si caminaseis por la línea, será imposible que os extravieis. Abrid la puerta por vosotros mismos, de manera que podais llegar a conocerla. Todo aquello que abrieseis por vosotros mismos, lo abrireis efectivamente. 
Mientras tanto, la idea, explicitada por Annie Besant en la “Sabiduría de los Upanishads”, de que la Naturaleza del Espíritu Universal también se encuentra en nosotros mismos, de que el Atman o Yo más interno, que es (uno con) Brahman conoce la manifestación externa de Brahman, contribuye a la comprensión del Reino de Dios referido en el Evangelio de Tomás. Tal como el Espíritu Universal se encuentra en nosotros y fuera de nosotros, es posible conocer el Reino de Dios dentro de nosotros, a través del autoconocimiento, y fuera de nosotros, a través del conocimiento de las leyes que rigen el Cosmos, siendo éstas el Pensamiento Divino encarnado. De hecho, el reino se encuentra dentro de vosotros, y a la vez se encuentra fuera de vosotros. Cuando llegueis a conoceros, sereis entonces conocidos, y percibireis que sois los hijos del Padre vivo.
En este  viaje de autodescubrimiento la mente es nuestro guía fiel y la razón nuestro maestro:  forjad vuestro guía y vuestro maestro. La mente es el guía, pero el maestro es la razón. Vivid de acuerdo con vuestra mente. Adquirid fuerza, pues la mente es fuerte. Encended la lámpara que teneis dentro de vosotros. 

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