domingo, 25 de octubre de 2015

Las vestimentas sagradas del Sacerdote.

Ornamentos litúrgicos – I
Con su raigambre en las antiguas vestiduras de los nobles romanos, -y si queremos remontarnos más atrás- en ornamentos sacerdotales y levíticos de la Antigua Ley- la indumentaria litúrgica destinada a la celebración de los Santos Misterios de nuestra Fe, entrañan, más allá de su “funcionalidad” ritual y su carácter distintivo en el orden de los ministros, un altísimo sentido espiritual. El vestido en general es, en toda la historia de la cultura humana, un factor “termómetro” de la concepción antropológica y trascendente que haya imperado en esa etapa. Destinadas a espiritualizar la “forma corporal”, las vestiduras talares (principalmente) han presentado a los ministros de la liturgia, “por encima” de la forma de vestir del seglar, creando así un compromiso de ser testigos vivos de lo que celebramos. No es superfluo o intrascendente que la Iglesia “revista” a sus ministros –por encima de su propio hábito- con otro ropaje propio de la acción sagrada. Con su simbolismo enseñan a proveerse de armas espirituales en el combate contra el espíritu del mal. Como dijo el apóstol: Las armas de nuestra milicia no son materiales, pero sí poderosas para derribar lo que se le opone. A la par de la reina, adecuadamente ceñida de sus diversos ornamentos, el sacerdote adornado exteriormente con las vestimentas sagradas, debe cuidar que su interior, su alma, esté revestida de buenas costumbres, según lo escrito: Que los sacerdotes estén revestidos de justicia. El sacerdote sube al altar al encuentro con el Dios vivo y verdadero, trascendente y sacramentado, “in conspectu divinae maiestatis tuae”, “revestido” o “sobrevestido” por la Iglesia, su Madre, quien como Rebeca a Jacob, recubre su pobre humanidad con los ropajes de Cristo –Sumo y Eterno Sacerdote- para que ofrezca al Padre la Víctima Inmaculada, por sus “innumerables pecados, ofensas y negligencias, y por todos los que están presentes, y también por todos los fieles cristianos vivos y difuntos…” (Recomendación de la hostia, Missale Romanum, 1962). VESTIMENTA DEL SACERDOTE Refresquemos la rica simbología de las vestiduras y ornamentos sacerdotales: – Amito: Del latín “amictus”, de “amicio, amicire”, rodear, envolver. Lienzo rectangular de lino blanco que el sacerdote se coloca sobre los hombros y alrededor del cuello antes de ponerse el alba. Se sujeta por medio de cintas cruzadas a la cintura. Se utiliza al menos desde el siglo VIII y hasta el presente. (Cf IGMR, n.81) Significa la fe, principio y fundamento de toda virtud, yelmo y escudo de salvación y también el velo con que fue cubierto el Rostro de Nuestro Señor. La oración para imponérselo pide a Dios aleje de la mente toda incursión diabólica: “Impóne, Dómine, cápiti meo gáleam salútis, ad expugnádos diabólicos incúrsus” Trad: “Señor, poned sobre mi cabeza la defensa (el yelmo) de mi salvación, para luchar victorioso contra los embates del demonio” (Cfr. Efesios 6,17) Puede tener la finalidad práctica de preservar del sudor al alba. Pero sobretodo se le aprecia el valor estético: cubrir más elegantemente el cuello. Sin embargo, se puede prescindir del amito si ya el alba cuida de esta estética por forma. Sacerdote revestido con el amito. En desuso frente a las nuevas albas con “cuello”. Todavía en uso en las comunidades más tradicionales. – Alba: Llamada así por su color blanco, es una de las más antiguas vestiduras sacerdotales. Deriva de las túnicas antiguas, blancas, hasta los pies, que se perdieron en el uso civil, pero que se consideró que podían utilizarse simbólicamente en el culto, expresando con el vestido diferente de los ministros la diferencia entre la vida la vida profana y la celebración. En todas las culturas religiosas, para el ejercicio del culto se quiere simbolizar la pureza de los ministros, y en muchas de ellas precisamente con el color blanco. El blanco es signo también de victoria y de resurrección. Recuerda el vestido de bodas que entre los orientales llevaban los convidados (Mt, 22-12). Simboliza por su color la inocencia, la pureza y la castidad; por su forma la perseverancia. Los alegoristas han visto en ella la vestidura blanca con que Jesús fue escarnecido por Herodes. El Papa recordó que las antiguas oraciones hacen referencia al vestido nuevo que el hijo pródigo recibió del padre; y por tanto, “cuando nos acercamos a la liturgia para actuar en la persona de Cristo nos damos cuenta de cuán lejos estamos de Él; cuanta suciedad existe en nuestra propia vida”. – Cíngulo. Del latín “cingulum”, de “cingere”, ceñir. Cordón con que se ciñe el alba. (IGMR 81.298). El cíngulo o ceñidor es un complemento necesario para ciertos vestidos amplios como el Alba para ceñirlos mejor a la cintura y facilitar el movimiento a veces tiene forma de cordón y otras veces de cinta. Oración del sacerdote: “Praecínge me, Dómine, cíngulo puritátis, et exstingue en lumbis meis humórem libídinis; ut máneat in me virtus continéntiae et castitátis.” Trad: “Ceñidme, Señor, con el cíngulo de la pureza y extingue en mi cuerpo el fuego de la sensualidad, para que posea siempre la virtud de la continencia y de la castidad” Significa la pureza y la mortificación. Cristo nos exhorta a esperar su venida ceñidos (Lc. 12,35). Simboliza las cuerdas con que fue atado Jesús en el huerto, al igual que los azotes que padeció atado a la columna.Espiritualmente nos recuerda, según la oración que reza el sacerdote, la necesidad de luchar contra las bajas pasiones de la carne. – Manípulo: Era, entre los antiguos romanos, un pañuelo destinado a secar el sudor y se llevaba en el brazo izquierdo. Significa la soga con que fue atado Jesús a la columna; la compunción del corazón y la paciencia en los trabajos de la vida presente, con la esperanza de la futura gloria. Es signo del servicio sacerdotal. Espiritualmente nos recuerda las buenas obras y que los trabajos y el dolor ofrecidos a Dios serán espléndidamente recompensados. La oración que el sacerdote pronuncia al ponérselo es: Merezca, Señor, llevar el manípulo del llanto y del dolor, para poder recibir con alegría el premio de mis trabajos. El manípulo significa las ataduras de las manos al ser azotado Nuestro Señor. Sacerdote colocándose el manípulo. Fue abolido en las reformas litúrgicas del Concilio Vaticano II. Pero todavía en uso en las comunidades más tradicionales. – Estola: “Orarium”. Era una larga “bufanda” que abrigaba el cuello. Se le da el sentido de inmortalidad y es la insignia por excelencia de la dignidad sacerdotal. La usa el sacerdote en las funciones propias de su ministerio. La estola es una tira de tela, más o menos entre 15 y 25 cm. de anchura, blanca o de colores que pende del cuello. En el uso latino antiguo se empleaba a veces para designar vestidos significativos o simbólicos: así se habla de que los bautizados van vestidos de estolas blancas (“stolis albis candidi”), o que los mártires van vestidos de la estola de la gloria inmortal. Es, por tanto, un distintivo de los ministros y a la vez un adorno que resalta la función sagrada que realizan. Se ponen la estola también para distribuir la comunión o para sentarse en la sede penitencial. En la ordenación del diácono uno de los gestos complementarios es la imposición de la estola. La Iglesia hace pedir, al imponérsela el Sacerdote, la inmortalidad, perdida por el pecado, y el premio de nuestro último y feliz destino: Devuélveme, Señor, la estola de la inmortalidad, que perdí con la prevaricación del primer padre, y aún cuando me acerque, sin ser digno, a celebrar tus sagrados misterios, haz que merezca el gozo sempiterno. La estola significa las sogas con que Nuestro Señor fue arrastrado al Calvario. Sacerdote revestido con la estola. Observación: antes de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II se utilizaba la estola cruzada debajo de la casulla. – Casulla: Del latín “casula”, “casa pequeña” o tienda. La vestidura exterior del sacerdote, por encima del alba y la estola, a modo de capa. Origen: el manto romano llamado “pénula”. (Cf IGMR 299, IGMR 161) La casulla deriva de la pénula greco-romana que es el vestido que empleaba utilizado por la clase senatorial romana que consistía en un vasto manto de lana, de forma redonda o cónica, con una abertura en el centro para pasar la cabeza y que con frecuencia también tenía una capucha. Hasta el siglo IX era la vestidura litúrgica común de los clérigos, época en la que comienza a prevalecer el uso de la dalmática para los diácnos y la tunicela para los subdiáconos. También llamada penula nobilis o planeta. Su sentido tropológico es la caridad, alma de todas las virtudes y que lo cubre y llena todo. Su sentido alegórico es el vestido de púrpura con que fue cubierto Jesús, por los soldados en el Pretorio; y su sentido anagógico, la gracia prometida a quien lleva con buena voluntad el yugo de Cristo. Oración del sacerdote: “Dómine, qui dixísti: Jugum meum suáve est et onus meum leve: fac, ut istud portáre sic váleam, quod cónsequar tuam grátiam. Amén.” Trad: “Señor, que dijiste: “Mi yugo es suave y mi carga ligera”; haced que de tal modo sepa yo llevarlo para alcanzar vuestra gracia” Sacerdote revestido con la casulla (gótica y romana) El sacerdote se reviste a partir del minuto 2:28 (en castellano) Aquí el sacerdote se reviste a partir del minuto 6:21 (en inglés) – Capa Pluvial: Capa que llevan los sacerdotes o diáconos en los actos de culto divino que lleva capillo o escudo en la espalda. La capa pluvial tiene su origen en la romana lacerna, con la cual se confundía hasta el punto de servir en un primer momento las propias capas de príncipes o magnates que después se ofrecían al culto. Como esta prenda empezó a llevarse en las procesiones, fuera de los templos y se empleó para protegerse de la lluvia y del frío, se llamó pluvial enItalia, nombre que se ha conservado hasta hoy en el lenguaje eclesiástico. Sacerdote revestido con la capa pluvial. –Bonete: con él se cubre la cabeza el Sacerdote en algunos momentos de la Misa y en otras funciones litúrgicas, en señal de su dignidad. Es de unos cuatro dedos de altura circular y uniforme sobre el cual figuran cuatro picos iguales más o menos salientes de otros tantos espacios a modo de medias lunas o bien de cuartos lunares con una bellota, a veces, si el que lo usa es graduado en el centro de la copa. Varía el color según la dignidad del ministro: los Sacerdotes en negro, los obispos en púrpura y los cardenales en colorado. En algunas sociedades sacerdotales o abadías se usa el blanco de acuerdo a los cánones propios. Existe una particularidad española en este sentido, y es que el bonete o birrete utilizado en este país tiene forma de corona condal:

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