lunes, 26 de octubre de 2015

ALMAS SUFRIENTES DEL PURGATORIO

ALMAS SUFRIENTES DEL PURGATORIO                                           .                                         ACTO HEROICO
NUMERO  3

El acto heroico consiste en ofrecer a Dios en favor de las Almas del Purgatorio todos nuestros trabajos, preocupaciones, angustias, sufrimientos, indulgencias que ganemos y que practicamos en nuestra vida en satisfacción de las Benditas Almas del Purgatorio, y todos los sufragios serán ofrecidos para nosotros después de nuestra muerte.

Si Dios premia tan abundantemente la más insignificante limosna dadas por un pobre hombre en Su nombre, que inmensa recompensa Dios no dará a aquellos que ofrecen sus trabajos de satisfacción en vida y muerte por las Almas del Purgatorio que Él ama tanto.

Este acto no evita que los sacerdotes ofrezcan Misas por las intenciones que ellos deseen, o que los laicos no recen por algunas personas u otras intenciones. Aconsejamos a todos realizar este acto.

PADRE ETERNO YO ME OFREZCO EN ESTE ACTO HEROICO,
POR MEDIO DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE TU ÚNICO HIJO JESÚS,
POR MEDIO DE SUS ABUNDANTES MÉRITOS EN LA CRUZ,
Y POR MEDIO DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA:
TODOS MIS SUFRIMIENTOS, MISAS, COMUNIONES, ORACIONES, TRABAJOS DIARIOS;
EN FAVOR DE LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO.
ACÉPTALAS PADRE ETERNO Y DAME LA GRACIA DE PERSEVERAR EN ELLA. AMÉN.

MODO DE EVITAR EL PURGATORIO

Los que aún estamos vivos, aquí en la tierra podemos reparar el daño que hemos ocasionado con los grandes medios que nos ofrece la Santa Madre Iglesia como los sacramentos, la oración diaria a Dios, las obras de misericordia, la predicación de la Palabra de Dios, las indulgencias plenarias, la vida de caridad y de santidad.

Como se dijo los santos que han tenido una visión del Purgatorio y hubiesen preferido sufrir lo más terrible de esta vida por mil años, que estar un solo día en el Purgatorio. Allí se va para una purificación en profundidad, una limpieza que cuesta grandes pesares y malestares, pero necesaria para nuestra buena salud espiritual.

Rezar todos los días, sin cansarse, y hacer todas las obras de misericordia que podemos ya sea corporales o espirituales.
Todos pecamos porque somos débiles e inclinados hacia el mal y somos consciente de ello, y si nadie nos obligó a pecar, lo hicimos por nuestra libre disposición y voluntad.
Allí el pecado pesa más y la expiación tendrá que se más severa.
En el Purgatorio, con un fuego purificador qu nos arrancará nuestros errores de raíz y los disolverá en su fuego, con el dolor de los que se sanan de una herida.    

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