miércoles, 28 de octubre de 2015

LAS ALMAS SUFRIENTES DEL PURGATORIO.

 Aún así muchos católicos son tan holgazanes de ir a Su Calvario! Qué abuso de gracias! Y de todo esto tendremos que rendir cuentas. Nuestros corazones están llenos de amor a sí mismos, amor al mundo, no tenemos tiempo para Dios, no tenemos tiempo para rezar, para ir a Misa, visitar una iglesia y conversar cinco minutos con Dios. Somos duros. Gastamos nuestro precioso tiempo en fiestas, comidas abundantes, mucho alcohol, mucho ruido, bailes sensuales y desenfrenados, usamos el fin de semana para divertirnos y emborrarnos hasta altas horas de la madrugada, luego dormimos todo el día para recuperarnos. Y así no hay tiempo para Dios. Dios ocupa muy poco o ningún lugar en nuestras vidas. Y la vida pasa y se nos acaba el tiempo. Nunca más volveremos a este mundo para reparar las muchas faltas que cometemos diariamente. Tenemos hogares felices, espléndida comida, una buena casa, vestidos elegantes, y abundancia de todas las cosas. Muchos de nuestros hermanos viven en el hambre y la miseria, y le damos tan poca importancia, mientras que vivimos en el despilfarro y gastamos en nosotros mismos sin necesidad. Compramos y compramos nos dejamos llevar por el mundo. Utilizamos la tecnología para el mal: pornografía infantil, páginas sensuales de todo tipo, escandalizando y promoviendo la maldad y todo lo malo. Arrastrando a otros a caer en el pecado y enseñando cómo hacerlo. La vida nos fue dada para servir a Dios, para salvar nuestras almas y de aquellos que amamos y vemos a diario. Muchos cristianos, sin embargo, están satisfechos de rezar cinco minutos a la mañana y cinco a la noche! El resto de las 24 horas están dedicados al trabajo, descanso y placer. Diez minutos a Dios, a nuestras almas inmortales, al gran trabajo de nuestra salvación. Veintitrés horas y cincuenta minutos a esta transitoria vida! ¿Es justo esto para Dios? Nuestros trabajos, nuestros descansos y sufrimientos deberían ser hechos para Dios! Así debería ser, y nuestros méritos serían por supuesto grandes. La verdad es que hoy día pocos piensan en Dios durante el día. El gran objetivo de sus pensamientos son ellos mismos; que vamos a ser esta noche, a dónde iremos, con qué nos devertiremos. Ellos piensan y trabajan y descansan para satisfacerse a sí mismos. Dios ocupa un pequeñísimo espacio en sus días y sus mentes. Esto es un desaire a Su Amantísimo Corazón, el cual siempre piensa en nosotros y siempre no desea lo mejor. LOS PECADOS MORTALES Muchos cristianos cometen, desafortunadamente, pecados mortales durante sus vidas, pero aunque los llevan al Sacramento de la confesión, no hacen satisfacción por ellos, se necesita hacer penitencia; como oraciones, obras de caridad ya se corporal o espiritual, ayunos, sacrificios: (levantarse más temprano, asistir a Misa, rezar a la mañana, mediodía, noche, visitar los cementerios y rezar, hacer ayunos, visitar a los enfermos, socorrer las necesidades del vecino, amigo, pariente, familiar, etc...), como ya hemos dicho, las "culpas" se pagan con la confesión bien preparada, pero las "penas" merecidas por los pecados cometidos, se pagan en este mundo o en otro, el Purgatorio. Recordemos que una obra de caridad material o espiritual hacía nuestros hermanos, que estan en este mundo o en el otro, borra cientos de pecados! San Beda O.S.B., también conocido como Beda el Venerable (ca. 672 – 27 de mayo del año 735), fue un monje benedictino en el monasterio de Saint Peter en Wearmouth, Inglaterra, opina que aquellos que pasan gran parte de su vida cometiendo graves pecados y confesándolos solamente en su lecho de muerte, pueden llegar a ser retenidos en el Purgatorio hasta el Día Final, es decir hasta la consumación de los tiempos. Santa Gertrudis en sus revelaciones sobre el otro mundo, dice que aquellos que cometen muchos pecados graves y que no hayan hecho penitencia ni sacrificios en este mundo para expiarlos, no gozan de ningún sufragio (bendiciones, ayuda, favores) que la Iglesia suele dar a los difuntos, ¡por un considerable tiempo!, es decir por un tiempo bastante largo no reciben bendiciones de este mundo. Todos esos pecados, mortales o veniales, se acumulan por un período de 20, 30, 40, 50, 60 años de nuestras vidas terrenales. Todos y cada uno deberán ser expiados y purificados para después de nuestra muerte. Sí o sí, o lo hacemos aquí en la tierra que es lo mejor, o nos atenemos a las consecuencias de sufrirlas terriblemente expiándolas en el Purgatorio. Así es la justicia de Dios, y requiere de nuestra parte. Entonces, ¿es de asombrarse que algunas almas tengan que estar en el Purgatorio por tanto tiempo? ¿PORQUÉ Y PARA QUÉ REZAR POR LAS ALMAS BENDITAS DEL PURGATORIO? El gran Mandamiento de Nuestro Señor Jesucristo es que nos amemos los unos a los otros, genuina y sinceramente. El Primer Gran Mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas. El Segundo, o mejor dicho el corolario del Primero, es amar al prójimo como a nosotros mismos. No es un consejo o un mero deseo de Dios Todopoderoso. Es Su Gran Mandamiento, la base y esencia de Su Ley es el amor; el amor hacia nosotros y nosotros hacia nuestros hermanos. Es tanta la verdad encerrada en esto que El toma como donación y aceptación todo aquello que hacemos en favor y beneficio por nuestro prójimo, y toma como un rechazo ofensivo cuando nosotros rechazamos, despreciamos y odiamos en cualquier forma a nuestro prójimo. Leemos en el Evangelio de San Mateo: (Mt 25:34-46), las palabras de Cristo que dirijirá a cada uno de nosotros en el Día del Juicio Final. Algunos católicos parecen pensar que su Ley ha caído en desuso, pues en estos días existe el egoísmo, el amor a sí mismo, y cada uno piensa en sí mismo y en su engrandecimiento personal. "Es inútil observar la Ley de Dios en estos días", dicen, "cada uno debe mirar por sí mismo, o te hundes; yo no quiero ser pobre como muchos lo son, me gusta ser alguien, que me admiren". ¡No hay tal cosa! La ley de Dios es universal y grandiosa y todavía y por siempre tendrá fuerza de ley. Por eso, ahora es más que nunca necesaria, más que nunca nuestro deber y por nuestro mayor interés. La ley Dios no cambia nunca, es siempre actual, cualquiera sean los tiempos siempre esta actualizada, porque es ley universal y tiene su base humanitaria en la conciencia de todo ser humano que llega a este mundo, y lo tendrá por siempre hasta que Dios lo disponga así. Cada vez que nazca un niño en este mundo llevará impreso en su corazón y en su mente la ley universal del amor; la ley de Dios. ESTAMOS MORALMENTE OBLIGADOS A ROGAR POR LAS ALMAS BENDITAS Siempre estamos obligados a amar y ayudar al otro, pero cuanto mayor es la necesidad de nuestro prójimo, mayor y más estricta es nuestra obligación. No es un favor que podemos o no hacer, es nuestro deber; debemos ayudarnos unos a otros, Dios nos lo recompensará en la tierra con buena salud, pan y trabajo, y en el cielo frente a los bienaventurados con la vida eterna. Sería un monstruoso crimen, negar y rehusar de dar al desposeído y hambriento el alimento necesario para mantenerse vivo. Sería espantoso rehusar la ayuda a alguien en una gran necesidad, pasar de largo y no extender la mano para salvar a un hombre que se está hundiendo. No solamente debemos ayudar cuando es fácil y conveniente, sino que debemos hacer cualquier sacrificio para socorrer a nuestro hermano en dificultades, aunque sea con una palabra de aliento, haciéndole compañía, o rezando para que mejore su mala situación. Ahora, qué puede estar más urgido de caridad que las almas del Purgatorio? Qué hambre o sed o sufrimiento en esta Tierra puede compararse con sus mas terribles sufrimientos? Ni el pobre, ni el enfermo, ni el sufriente que vemos a nuestro alrededor necesitan de tal urgente socorro, como las almas del Purgatorio. Aún encontramos gente de buen corazón que se interesa en los sufrientes de esta vida, pero, ¡escasamente encontramos a gente que trabaja por las Almas del Purgatorio! Y quién puede necesitarnos más? Entre ellos, además, pueden estar nuestras madres, nuestros padres, nuestros amigos y nuestros seres queridos, gimiendo y desesperados están esperando por una plegaria nuestra. Ya dijimos que las flores, los monumentos y los grandes discurso sobres su persona, no alivian para nada sus sufrimientos, es más, las almas del Purgatorio encuentran muchísimo dolor que ningún familiar, amigo o vecino que en la tierra eran tan amigos y compinches, se hayan olvidado de ellos y no elevan no digamos una oración, ni siquiera un buen pensamiento para aliviar el sufrimiento que padecen. DIOS PADRE DESEA QUE LAS AYUDEMOS Las almas son los amigos más queridos. Dios desea ayudarlos; desea mucho tenerlos cerca suyo en el Cielo. Las almas nunca más lo ofenderán y nunca más pecaran, y están destinadas a estar con Dios Padre, con Jesucristo, la Virgen María, los ángeles, los Santos por toda la Eternidad. Verdad, la Justicia de Dios demanda expiación por los pecados, pero por una asombrosa dispensación de Su Providencia Dios pone en nuestras manos la posibilidad de asistirlos, de darles consuelo. Dios nos da el poder de aliviarlas y aún más de liberarlas de su cautiverio en el Purgatorio. Nada le place más a Dios que les ayudemos. El está tan agradecido como si le ayudáramos a El. Cuando la ayudamos con nuestros ruegos, sufrimientos, ayunos, oraciones etc..., damos gloria a Dios, y manifestamos la Misericordia de Dios, que ya Él derrama sobre las almas, su enorme poder para aliviarlas y así demostrarles que es un Padre Amoroso con todos sus hijos. LAS BENDITAS ANIMAS DEL PURGATORIO NOS DEVUELVEN EL MIL POR UNO Pero qué podremos decir de los sentimientos de las Santas Almas? Sería prácticamente imposible de describir su ilimitada gratitud con para aquellos que las ayudan! Llenas de un inmenso deseo de pagar los favores hechos por ellas, ruegan por sus benefactores con un fervor tan grande, tan intenso, tan constante, que Dios no les puede negar nada. Santa Catalina de Bologna dice :"He recibido muchos y grandes favores de los Santos, pero mucho más grandes de las Santas Almas (del Purgatorio)". Cuando finalmente son liberadas de sus penas y disfrutan de la beatitud del Cielo, lejos de olvidar a sus amigos de la tierra, su gratitud no conoce límites. Postradas frente al Trono de Dios, no cesan de orar, día y noche por aquellos que los ayudaron. Por nuestras oraciones las Almas protegen a quienes la ayudaron, de los peligros y los protegen de los demonios que los asechan y quieren la perdición sus almas. No cesan de orar hasta por aquellos que les hicieron tanto bien y hasta no verlos seguros en el Cielo, rezarán y rezarán. Y serán por siempre sus más queridos, sinceros y mejores amigos. Si los católicos solamente supieran cuan poderosos protectores se aseguran con sólo ayudar a las Almas benditas, no serían tan perezosos de orar por ellas. LAS ANIMAS BENDITAS DEL PURGATORIO PUEDEN ACORTAR NUESTRO PROPIO PURGATORIO Otra gran gracia que obtenemos por orar por las Almas es un corto y fácil Purgatorio para nosotros o su completa remisión! San Juan Macías, sacerdote de la orden dominicana, nació en la Villa de Rivera del Fresno, Reino de Extremadura (España) en 1585. Juan Macías tenía una maravillosa devoción a las Almas del Purgatorio. Es modelo de Cristiano y de Religioso, cuya vida irradia y promueve entre sus admiradores el compromiso con los pobres, emigrantes y almas del purgatorio. Los tres amores de su vida, por los cuales ha sido reconocido: Padre de los Pobres, Patrón de los Emigrantes y Ladrón del Purgatorio. El obtuvo por sus oraciones (principalmente por la recitación del Santo Rosario diario) la liberación de ¡un millón cuatrocientas mil almas! (1,400,000 Almas). En retribución, el obtuvo de Dios para sí mismo las más abundantes y extraordinarias gracias y esas mismas almas vinieron a consolarlo en su lecho de muerte, y a acompañarlo hasta el Cielo. Este hecho es tan cierto que fue insertado por la Iglesia en la bula de decretaba su beatificación. Fue canonizado en 1975 por Pablo VI tras verificar sus dones milagrosos. El Cardenal Baronio recuerda un evento similar. Fue llamado a asistir a un moribundo. De repente, un ejército de espíritus benditos aparecieron en el lecho de muerte, consolaron al moribundo, y disiparon a los demonios que gemían y aullaban, en un desesperado intento por lograr la ruina del alma del moribundo. Cuando el cardenal les preguntó quiénes eran, le respondieron que eran ocho mil almas (8,000 Almas) que este hombre había liberado del Purgatorio gracias a sus oraciones y buenas obras. Fueron enviadas por Dios, según explicaron, para llevarlo al Cielo sin pasar un solo momento en el Purgatorio. Santa Gertrudis fue ferozmente tentada por el demonio cuando estaba por morir. El espíritu demoníaco, con permiso de Dios, nos reserva una peligrosa y sutil tentación para nuestros últimos minutos aquí en la tierra y que debemos vencer sí o sí, para llegar al Cielo. Como no pudo encontrar un asalto lo suficientemente inteligente para esta Santa, el demonio pensó en molestarla en su beatífica paz sugiriéndole que iba a pasar un larguísimo tiempo en el Purgatorio con sufrimientos terribles e inimaginables, puesto que ella desperdició sus propias indulgencias y sufragios en favor de las almas del Purgatorio y otras almas para su conversión. Pero Nuestro Señor, no contento con enviar a Sus Ángeles y las miles de Almas que ella había liberado por sus oraciones y sacrificios, fue en Persona, el mismo Dios, se presentó para alejar a Satanás y confortar a su querida Santa. Satanás huyó aullando y gimiendo desesperadamente. Dios le dijo a Santa Gertrudis que a cambio de lo que ella había hecho por las Almas benditas, le llevaría directamente al Cielo y multiplicaría cientos de veces todos sus méritos. El Beato Enrique Suso, de la Orden Dominicana, hizo un pacto con otro hermano de la Orden por el cual, cuando el primero de ellos muriera, el sobreviviente ofrecería dos Misas cada semana por su alma, y también algunas otras oraciones. Sucedió que su compañero murió primero, y el Beato Enrique comenzó inmediatamente a ofrecer las prometidas Misas. Continuó diciéndolas por un largo tiempo. Al final, suficientemente seguro que su amigo muerto en santidad había alcanzado el Cielo, cesó de ofrecer las Misas. Grande fue su arrepentimiento y consternación cuando el hermano muerto apareció frente a él sufriendo intensamente y reclamándole que no había celebrado las Misas que ambos se habían prometido. El Beato Enrique replicó con gran arrepentimiento que no continuó con las Misas, creyendo que su amigo seguramente estaría disfrutando de la Visión Beatífica de Dios pero agregó que siempre lo recordaba en sus oraciones. "Oh hermano Enrique, por favor dame las Misas, pues es la Preciosísima Sangre de Jesús lo que yo más necesito" lloraba la sufriente alma. El Beato recomenzó a ofrecerlas, y con redoblado fervor, ofreció Misas y ruegos por su amigo hasta que recibió absoluta certeza de la liberación de su amigo del Purgatorio. Luego falleció el Beato, y fue su turno de recibir gracias y bendiciones de toda clase por parte de su querido hermano liberado, y muchas más veces que las que hubiera esperado. ¿CÓMO PODEMOS AYUDAR A LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO? La primera medida es tener la voluntad de ayudar a las Santas Almas que sufren en el Purgatorio. Las condiciones son simples. ▬ Oír Misa (la Misa del domingo, y si se puede durante la semana) y ofrecer la confesión, la Misa y comunión por las Santas Almas del Purgatorio. Pedir especialmente por las que más sufren. ▬ Rezar cualquier oración por las Almas y promover la devoción para ayudarlas. ▬ Unirse dos o más personas y rezar el Santo Rosario en las Iglesias con las intención de aliviar a las Almas del Purgatorio. La recitación del Santo Rosario (con sus grandes indulgencias) y hacer el Vía Crucis (el cual es ricamente dador de indulgencias), son excelentes vías de ayuda a las Álmas. ▬ Visitar el Santísimo Sacramento, esté expuesto ó no, y rezar el Santo Rosario. O cualquier otra oración. Aquellos que desean unirse y no tienen la Asociación en sus Parroquias, pueden enviar sus nombres, direcciones y limosnas anuales a la Asociación de las Santas Almas, Hermanas Dominicas del Perpetuo Rosario, Monasterio Pío XII, Rúa do Rosario 1, 2495, Fátima, Portugal. Pidiendo Misas por sus difuntos, mencionando sus nombres. Si se desean Misas espaciales por las Álmas Benditas, es importante mencionar cuántas Misas se quieren. Esta Asociación está aprobada por el Cardenal Arzobispo de Lisboa. ▬ Pedir Misas ofrecidas por ellas, aunque sea una vez mes, mejor si se pide todas las semanas. Esta es ciertamente la más eficaz de las medidas para liberarlas del Purgatorio. Aquellos que no puedan ofrecer Misas, deberían asistir a cuanta Misa fuera posible, y ofrecerlas por ésa intención. Un hombre joven que ganaba un salario muy modesto le contó lo siguiente: "Mi esposa murió unos años antes, tengo 10 misas ofrecidas por ella. No puedo hacer más por ella, pero oí 1000 misas por su querida alma". ▬ Otra fácil y eficaz forma de ayuda es la recitación constante de oraciones breves que contengan indulgencias (aplicando dichas indulgencias en favor de las almas del Purgatorio) Mucha gente tiene la muy buena costumbre de decir 500, ó 1000 veces cada día una pequeña jaculatoria: "Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío", ó "Jesús en Vos Confío" ó simplemente la sola palabra "Jesús". Con la recta intención de ofrecerla por las Almas del Purgatorio. Sor María Consolata Betrone nos enseñó que repitiendo constantemente la siguiente jaculatoria muchas personas pueden evitar el Purgatorio diciendo: "Jesús, María os amo, Salvad las Almas". Y también enseñó que si tomamos nuestro Rosario y repetimos 50 veces esta jaculatoria, ofrecida por las Almas sufrientes encontrarán gran alivio a sus penas. Repitiendo esta jaculatoria a la mañana, mediodía, tarde y noche antes de dormir, nuestra alma reposará en paz, tendremos una buena noche y seremos vigilados por nuestros Ángeles Custodios. Estas son las más consoladoras devociones; ellas traen océanos de gracias a quien las practican y dan inmenso alivio a las Santas Almas del Purgatorio. Aquellos que digan estas jaculatorias 500, ó 1000 veces al día, ganan muchísimos días de indulgencias en favor de las Almas. Qué multitud de almas podemos liberar! Cuánto no será la cantidad de almas liberadas al cabo de un mes, de un año, de cincuenta años? Y a los que no dicen las jaculatorias, y ni siquiera rezan... qué inmenso número de gracias y favores habrán perdido, y cuánto se lamentarán! Es bastante posible-aunque no fácil- decir estas jaculatorias 1000 veces al día. Pero si no puedes decir 1000, por lo menos dilas 500, ó 200 veces diarias. OTRA ORACIÓN PODEROSA ES: "Padre Eterno, yo te ofrezco la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, en unión, con todas las Misas que hoy se celebran através del mundo, por las Benditas Almas del Purgatorio". (Con abundantes Indulgencias) Nuestro Señor Jesucristo mostró a Santa Gertrudis un vasto número de almas dejando el Purgatorio (cerca de 1000 cada vez que se la recitaba esta oración!)y yendo al Cielo como resultado de razarla diariamente, la cual la Santa acostumbraba decir frecuentemente durante todo el día y a cualquier hora. Años más tarde Jesús le enseñó que podía unir esta oración junto con otra, y pedir también por los pecadores vivos. "Padre Eterno, yo te ofrezco la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, en unión, con todas las Misas que hoy se celebran através del mundo, por las Benditas Almas del Purgatorio, por los pecadores del mundo entero, por los pecadores de la Iglesia Universal, por los pecadores de mi país y los de dentro de mi familia, Amén". (Con abundantes Indulgencias) Esta oración es más perfecta, sin desmerecer la otra, ya que no sólo pide por las Álmas sufrientes, sino también por los pecadores que aún viven para que se conviertan. Ambas tienen mucho mérito y gracias especiales para quienes la recen. Para poder sacar 1000 Almas cada vez del Purgatorio, es necesario estar en estado de gracia, este es el requisito. Es decir hay que confesarse. Hacer una buena confesión es prepararse bien para confesarse. Luego si uno lo desea puede oír Misa y comulgar ofreciendo por las Álmas del Purgatorio. Tratando todo lo posible de conservar la pureza del alma hasta la siguiente confesión. ACTO HEROICO El acto heroico consiste en ofrecer a Dios en favor de las Almas del Purgatorio todos nuestros trabajos, preocupaciones, angustias, sufrimientos, indulgencias que ganemos y que practicamos en nuestra vida en satisfacción de las Benditas Almas del Purgatorio, y todos los sufragios serán ofrecidos para nosotros después de nuestra muerte. Si Dios premia tan abundantemente la más insignificante limosna dadas por un pobre hombre en Su nombre, que inmensa recompensa Dios no dará a aquellos que ofrecen sus trabajos de satisfacción en vida y muerte por las Almas del Purgatorio que Él ama tanto. Este acto no evita que los sacerdotes ofrezcan Misas por las intenciones que ellos deseen, o que los laicos no recen por algunas personas u otras intenciones. Aconsejamos a todos realizar este acto. PADRE ETERNO YO ME OFREZCO EN ESTE ACTO HEROICO, POR MEDIO DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE TU ÚNICO HIJO JESÚS, POR MEDIO DE SUS ABUNDANTES MÉRITOS EN LA CRUZ, Y POR MEDIO DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA: TODOS MIS SUFRIMIENTOS, MISAS, COMUNIONES, ORACIONES, TRABAJOS DIARIOS; EN FAVOR DE LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO. ACÉPTALAS PADRE ETERNO Y DAME LA GRACIA DE PERSEVERAR EN ELLA. AMÉN. MODO DE EVITAR EL PURGATORIO Los que aún estamos vivos, aquí en la tierra podemos reparar el daño que hemos ocasionado con los grandes medios que nos ofrece la Santa Madre Iglesia como los sacramentos, la oración diaria a Dios, las obras de misericordia, la predicación de la Palabra de Dios, las indulgencias plenarias, la vida de caridad y de santidad. Como se dijo los santos que han tenido una visión del Purgatorio y hubiesen preferido sufrir lo más terrible de esta vida por mil años, que estar un solo día en el Purgatorio. Allí se va para una purificación en profundidad, una limpieza que cuesta grandes pesares y malestares, pero necesaria para nuestra buena salud espiritual. Rezar todos los días, sin cansarse, y hacer todas las obras de misericordia que podemos ya sea corporales o espirituales. Todos pecamos porque somos débiles e inclinados hacia el mal y somos consciente de ello, y si nadie nos obligó a pecar, lo hicimos por nuestra libre disposición y voluntad. Allí el pecado pesa más y la expiación tendrá que se más severa. En el Purgatorio, con un fuego purificador qu nos arrancará nuestros errores de raíz y los disolverá en su fuego, con el dolor de los que se sanan de una herida.

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