lunes, 26 de octubre de 2015

Las Almas sufrientes del Purgatorio.

Las Almas sufrientes del Purgatorio PARTE 1 La existencia del Purgatorio es tan cierta que ningún católico ha tenido nunca una duda acerca de ello. Fue enseñado desde los tiempos más remotos por la Iglesia y fue aceptada con indubitable fe cuando la Palabra de Dios fue predicada. La doctrina es revelada en la Sagrada Escritura y creída por millones y millones de creyentes de todos los tiempos. Muchos creyentes católicos no saben exactamente qué es el Purgatorio. Muchos tienen alguna idea, porque han escuchado, o quizás han leído pero no han entendido el verdadero significado. Aún, tal como lo hemos remarcado, las ideas de algunos son tan vagas y superficiales en este tema tan importante, que son como personas que cierran sus ojos y caminan deliberadamente en el filo de un precipicio. Harían bien en recordar que la mejor manera de acortar nuestra estadía en el Purgatorio - o aún más, evitarlo- es tener una clara idea de ello, y de pensar bien en ello y adoptar los remedios que Dios nos ofrece para evitarlo. No pensar en ello es fatal. Es cavarse a sí mismos la fosa, y prepararse para ellos mismos un terrorífico, largo y riguroso Purgatorio. La Iglesia Católica y la Iglesia Copta, son las únicas dos Iglesias cristianas que aceptan el Purgatorio. La Iglesia Católica Copta es una de las Iglesias Orientales "sui iuris" de rito alejandrino, es decir, que forma parte del grupo de Iglesias autónomas que aceptan la autoridad del Papa y forman parte de la Iglesia Católica. No debemos confundir con la Iglesia Copta Ortodoxa, ésta no creen en la existencia del purgatoria, aunque sí, acepta que se deba rezar por los difuntos. En el Purgatorio existe un fuego purificador, que no destruye el alma, solo la purifica, y la deja en un estado totalmente limpio y apto para ir al Cielo. ¿QUÉ ES REALMENTE EL PURGATORIO? En la teología católica y la copta, es un estado transitorio de purificación y expiación donde, después de dejar el cuerpo en este mundo, las personas que han muerto sin pecado mortal pero que han cometido pecados leves no perdonados o graves ya perdonados en vida pero sin satisfacción penitencial de parte del creyente, tienen que purificarse de tales faltas a causa de la pena temporal contraída para poder acceder a la visión beatífica de Dios. Al Purgatorio van todas las Almas, que, aún muriendo en gracia de Dios, no han llegado en su vida a purificar el daño que han ocasionado con sus pecados. El alma se desprende del cuerpo; quedando el mismo en la tierra para su descomposición, el alma sube al Purgatorio y allí sufrirá un estado transitorio de purificación. Luego de esta purificación el Alma sube al Cielo, y se unirá con su cuerpo, el mismo que tuvo aquí en la tierra, pero a diferencia de aquí, en el Cielo, Jesús transformará ése cuerpo en un cuerpo glorioso e incorruptible, libre de ataduras y de la muerte. Ése será el día de la resurrección de la carne, todas los cuerpos resucitarán con Jesús. Debido a que todo aquel que entra en el Purgatorio terminará entrando en el Cielo tarde o temprano, el Purgatorio es la etapa final para la santificación. Para muchos teólogos y santos, esta purificación del alma es una forma de infierno. Aunque por el "sufrimiento" que todos padecen, se asemeja mucho al sufrimiento infernal. Al estado en que se encuentran las Almas no es para nada igual al infierno, pues en el infierno reinan el odio y la desesperación eterna y en el Purgatorio reinan el amor y la esperanza, la firme convicción de la salvación eterna. Todo allí es sufrir pero sólo para lograr amar verdaderamente y puramente a Dios y esta con El por toda la eternidad. El tipo de penas que se padecen todas las almas del Purgatorio, son equivalentes a las del infierno, porque en el sentido que se siente la lejanía de Dios, su ausencia temporal, la falta de ánimo, la tristeza y angustia por parte de las almas, hacen que la desesperación se sienta aún mayor, y el verse privado del bien Supremo que irradia Dios, hacen que se asemejen a las sufrimientos eternos del infierno. Con la enorme diferencia que los sufrimientos del Purgatorio no son eternos y purifican el alma, porque el Alma en sí, no está empedernida en una opción voluntaria por el mal; como sí están, los que están en el infierno. Las almas del Purgatorio ansían purificarse, porque comprenden ahora más que nunca la importancia de tener el alma pura; ser puros e irreprochables ante los ojos de Dios. Esta la única forma de unirse a Dios, de conocer al Ser que los creó, de verle tal cual Es, sin velos ni obstáculos, de ser uno solo con Todopoderoso, ver su deslumbrante Belleza en todos los sentidos; inteligencia, poder, grandiosidad, esplendor y supremacía: el único y Verdadero Dios Omnipotente. Por eso el Purgatorio es la purificación final del alma de los elegidos del Reino de los Cielos, es la última etapa que le queda al alma para unión definitiva. Y para poder contemplar a Dios y toda su creación es muy necesario pasar por esta purificación, no tener mancha alguna, y no sentirse avergonzado por nada. EL FUEGO PURIFICADOR DEL PURGATORIO En otras palabras el Purgatorio es una prisión de fuego en la cual casi todas las almas salvadas son sumergidas después de la muerte y en la cual sufren las más intensas penas. He aquí lo que los mas grandes doctores de la iglesia nos dicen acerca del Purgatorio. Tan lastimoso es el sufrimiento de ellas (las Almas) que un minuto de ese horrible fuego purificador parece ser un siglo de este mundo. Santo Tomás Aquino, el príncipe de los teólogos, dice que el fuego del Purgatorio es igual en intensidad al fuego del infierno, y que el mínimo contacto con él es más aterrador que todos los sufrimientos posibles de esta tierra! San Agustín, el más grande de todos los santos doctores, enseña que para ser purificadas de sus faltas previo a ser aceptada en el Cielo, las almas después de muertas son sujetas a un fuego más penetrante y mas terrible que nadie pueda ver, sentir o concebir en esta vida. Aunque este fuego está destinado a limpiar y purificar al alma, dice el Santo Doctor, aún es más agudo que cualquier cosa que podamos resistir en la Tierra. San Cirilo de Alejandría no duda en decir que "sería preferible sufrir todos los posibles tormentos y enfermedades más terribles en la tierra hasta el día final del mundo, que pasar un solo día por el fuego que hay en el Purgatorio". Otro gran Santo de Alejandría dice: Nuestro fuego aquí en la tierra, en comparación con el fuego del Purgatorio, es una suave brisa fresca". Otros santos escritores hablan en idénticos términos de ese horrible fuego. ¿COMO ES QUE LAS PENAS DEL PURGATORIO SON TAN SEVERAS? Somos libres de elegir, en hacer el bien o inclinarse hacia el mal. Hemos de saber que todo el que hace el mal, en todas sus formas, y no se arrepiente como es debido, y no hace penitencia para expiar el mal cometido, ofende a Dios y sus leyes. Tal ofensa debe ser perdonada y expiada aquí en la tierra, o en el Purgatorio con atroces tormentos y muchas veces por un prolongado período. El fuego del Purgatorio cumple esa función, la Justicia de Dios así lo requiere. El que ofende debe pagar, aquí o allá: dijo San Malaquías. El fuego que vemos en la Tierra fue hecho por la bondad de Dios para nuestra comodidad y nuestro bienestar. A veces es usado como tormento, y es lo mas terrible que podemos imaginar. El fuego del Purgatorio, por el contrario, está hecho por la Justicia de Dios para penar y purificarnos y es, por consiguiente, incomparablemente y mucho más severo. Nuestro fuego aquí en la tierra, como máximo, arde hasta consumir nuestro cuerpo; hecho de materia, por el contrario el fuego del Purgatorio actúa sobre el alma espiritual, la cual es inexplicablemente mas sensible a la pena y al dolor. Cuanto mas intenso es el fuego, más rápidamente destruye a su víctima; la cual por consiguiente cesa de sufrir; por cuanto el fuego del Purgatorio inflinge el más agudo y la más violenta pena, pero nunca mata al alma ni le quita sensibilidad. Tan severo como es el fuego del Purgatorio, es la pena de la separación de Dios, la cual el alma también sufre en el Purgatorio, y esta es la pena mas severa. El alma separada del cuerpo anhela con toda la intensidad de su naturaleza espiritual estar con Dios. Es consumida de intenso deseo de volar hacia Él. Aun es retenida, y no hay palabras para describir la angustia de esa aspiración insatisfecha. Qué locura, entonces, es para un ser inteligente como el ser humano negar cualquier precaución para evitar tal espantoso hecho. Es infantil decir que no puede ser así, que no lo podemos entender, que es mejor no pensar o no hablar de ello. El hecho es que, ya sea lo creamos o no, todas las penas del Purgatorio están más allá de lo que podamos imaginar o concebir. Estas son las palabras de San Agustín. EL PURGATORIO EXISTE Y ES MUY REAL Negar deliberadamente la existencia del Purgatorio es pecado grave. Por eso los protestantes: Luteranos, Calvinistas, Pentecostales, Adventistas etc. lo niegan y no aceptan la existencia del Purgatorio, están en un grave error. Ellos dicen que no hay que rezar por los difuntos. Pero nosotros los católicos sabemos muy bien que los que mueren en gracia de Dios y no merecen el Infierno, pero están manchados con culpas leves sin haber expiado aquí en la tierra, deben purificarse en el Purgatorio por un tiempo más o menos largo, según la gravedad y número de los pecados cometidos y la malicia con que se hayan realizado. Y nosotros, desde la tierra, podemos hacer mucho para acelerar el tiempo de purificación de esas almas que estarán eternamente agradecidas por rezar por ellos, y volcarán sobre nuestro regazo un mar de gracias, y nos cuidarán de los ataques del demonio durante nuestra vida. NUESTRO ÚNICO DESEO Somos Almas de la Iglesia Purgante en espera de nuestro encuentro con el eterno Juez divino. Somos Almas que esperamos el consuelo de la ayuda fraterna que apresure nuestra liberación. Consideramos superfluo intentar tratar de haceros comprender nuestra pena. Si una imagen pudiera servir para daros una idea de ello, entonces os decimos esto: intentad imaginar a un hombre que arde entre las llamas y el deseo que tiene de salir para sumergirse en aguas frescas y limpias. Es una pálida idea que puede haceros comprender el deseo ardiente de poner fin a la atormentada espera que nos impide unirnos al solo, único Bien por quien hemos sido creados. En la tierra, distraídos como estáis continuamente por mil intereses, influidos por los sentidos y distraídos en tantas exigencias de la vida material, vosotros no podéis comprendernos a nosotros, almas purgantes. Estamos abrasadas por la única necesidad, por la única aspiración, por el único e inmutable deseo: reunirnos con Aquel, que es Causa y Fin de nuestra existencia. No podéis comprendernos, porque vemos de manera diferente a vosotros. Vosotros debéis sabes que no podemos hacer nada por nosotras mismas; pero sabes bien que podemos rezar y obtener para vosotros, todavía militantes en la tierra cientos de favores si nos ayudan. Esto sucede por un admirable designio de la Providencia que ha querido que circule en toda la Iglesia, como Cuerpo Místico, el amor que transcurre entre Jesús y los miembros entre ellos. "TENGAN PIEDAD DE MÍ” "Tengan piedad de mí, tengan piedad de mí, por lo menos ustedes mis amigos, porque la mano del Señor me ha tocado" (Job 19:21). Esta es la conmovedora súplica que la Iglesia Purgante envía a sus amigos en la tierra. Habitantes de la tierra, comiencen, imploren su ayuda, en respuesta a la angustia más profunda. Muchos dependen de sus oraciones y sacrificios. Es incomprensible como algunos católicos, aún aquellos que de una u otra forma son devotos, vergonzosamente desatienden a las almas del Purgatorio. Pareciera que no creen en el Purgatorio. Ciertamente es que sus ideas acerca de ello son muy difusas. Días y semanas y meses pasan sin que ellos reciban una Misa en favor de ellas! Raramente también, oyen Misa por ellos, raramente rezan por ellos, raramente piensan en ellos! Entretanto están gozando la plenitud de la salud y la felicidad, ocupados en sus trabajos; divirtiéndose, mientras las pobres almas sufren inenarrables agonías en sus lechos de llamas. Cuál es la causa de esta horrible insensibilidad? Ignorancia: gruesa, inexplicable ignorancia, falta de conocimiento, y un cierto desinterés. La gente no se da cuenta de lo que es el Purgatorio. No conciben las espantosas penas, ni tienen idea de los largos años que las almas son retenidas en esas horribles llamas. Como resultado, hacen poco o nada para evitarse a sí mismos el Purgatorio, y aún peor, cruelmente ignoran a las pobres almas que ya están allí y que dependen enteramente de ellos para ser auxiliadas. No seamos insensibles ante tanto dolor, angustia, y recemos en favor de las Benditas Almas del Purgatorio que tanto ansían una plegaria. Recordemos nuevamente que tarde o temprano todos pasaremos algún tiempo en el Purgatorio, y necesitaremos que también recen por nosotros. Sólo algunas almas muy sacrificadas y valientes irán directamente al Cielo. LA VIDA CONTINÚA DESPUÉS DE LA TUMBA 16 de Julio de 1976 INTENCIONES UNIVERSALES Soy el Padre Pío. Hijo mío, se necesita hacer entender con claridad que la vida continúa después de la tumba. Todos aquellos que os han precedido en el signo de la fe, sea que estén en el Purgatorio o ya en el Paraíso, todavía os aman con amor mas puro, más vivo y más grande. Están animados por un gran deseo de ayudaros a superar las duras pruebas de la vida para que alcancéis, como ellos ya han alcanzado, el gran punto de llegada, el fin de la vida misma. Ellos conocen ya muy bien todos los peligros que acechan a vuestras almas. Pero su ayuda con respecto a vosotros, está condicionada en buena medida por vuestra fe y vuestra libre voluntad para acercaros a ellos con la oración y con la confianza en su eficacísimo patrocinio ante Dios y la Virgen Santísima. Si los sacerdotes y los fieles están animados de vivísima fe, conscientes de los inagotables recursos de gracias, de ayudas y de dones que pueden obtener de este Dogma de la Comunión de los Santos, verán centuplicado su poder sobre las fuerzas del Mal. Yo he dotado a mi gran Familia de riqueza y potencia insondable y la robustezco con la fuerza invencible de un Amor infinito y eterno. Las plegarias a Dios por los difuntos, la celebración de eucaristías en las misas y las indulgencias ganadas y aplicadas a los difuntos, pueden acortar la estadía, y el sufrimiento de una o varias almas que están en el estado de purificación; ellas están aguardando, implorando, y deseando ardientemente, por nuestras plegarias, oraciones, misas, sufrimientos, ayunos y toda obra de bien ofrecida a Dios a través de la Virgen María, Reina del Purgatorio, para así acortar sus sufrimiento. Las almas que purgan, están mendigando por una oración, como un mendigo suplicaría por un trozo de pan y un vaso de agua. Recuerda que algún día todos iremos al Purgatorio, y todos también mendigaremos por una oración, recuérdelo! Las flores, los monumentos y las lágrimas dedicadas al difunto, no le agradan, ni siquiera alivian para nada sus sufrimientos. Sólo las acciones espirituales, hechas de corazón y ofrecidas a Dios por ellas, confortan, alivian, y acortan el dolor y el sufrimiento que padecen. LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS (Confidencias de Jesús a un Sacerdote el Padre P. Ottavio Michelini) 22 de Septiembre de 1975. Hijo, te he dicho repetidamente que Yo Jesús, soy el Amor; donde hay amor estoy Yo. Yo Soy el Amor Infinito, Eterno, Increado, venido a la tierra a reconciliar y por consiguiente reunir con Dios a la humanidad arrancada del odio. El amor por su naturaleza tiende a la unión, como el odio por su naturaleza tiende a la división porque viene del maligno, del diablo. Nosotros somos Tres, pero el Amor Infinito nos une íntimamente en Uno solo, en una sola naturaleza, esencia y voluntad. El amor me ha llevado a Mí, Verbo eterno de Dios hecho carne, a inmolarme a fin de que se diese a todo hombre la posibilidad de unirse en Mí a Dios, y formar Conmigo una sola cosa, como Yo soy una sola cosa con mi Padre que me ha enviado. Hijo, desde hace más de cien años el Materialismo como sombra oscura y densa, envuelve buena parte de la humanidad. Él ha ofuscado también en mi Cuerpo Místico, esto en el alma de muchos fieles y sacerdotes, el dogma de la Comunión de los Santos que es una realidad espiritual grandiosa, viva, verdadera y operante en Cielo y tierra. No hay términos aptos para explicar su grandeza, potencia y actuación vibrante de amor y de vida. No hay palabras en vuestro lenguaje, aptas para hacer comprender el invisible, misterioso intercambio que encuentra su centro en mi Corazón Misericordioso. Muchos sacerdotes se olvidan de las Almas purgantes, y eso me duele mucho, ellos podrían hacer mucho por dichas almas, acortar su sufrimiento, es acortar el sufrimiento propio. Pocas son las almas que han comprendido, y pocos son también los sacerdotes que, además de creer abstractamente, viven activamente en esta Comunión con los bienaventurados comprensores del Paraíso, con las Almas que esperan en el Purgatorio y con los hermanos militantes en la tierra. La muerte, contrariamente a los prejuicios con respecto a ella, no pone fin a la actividad de las almas. La muerte que, con palabra más precisa deberíais llamar "tránsito", es un pasar del tiempo a la eternidad, que no es poner fin a la actividad del alma, sea en el bien, sea en el mal. EL SENTIDO DEL SUFRIMIENTO EN EL LUGAR DE EXPIACIÓN Nuestra relación con las almas sufrientes del Purgatorio debe ser de compasión y de intensísimo amor, y especialmente a través de esta Unión de Amor Eucarístico, nunca de miedo ni de desconfianza ni de repugnancia, pues esas son faltas de caridad propias de la ignorancia. La imagen popular que se tiene de las almas purgantes es de almas descarnadas que están padeciendo muchos tipos de penas y sufrimientos, por causa de sus pecados cometidos en la tierra: hasta ahí bien. Todo eso es correcto, pero nos detenemos demasiado en lo negativo del sufrimiento y no nos damos cuenta de que en medio de esos tormentos estas almas viven la más intensa y divina felicidad. Sufren mucho, y se desesperan, es cierto, pero a la vez son felices, como Jesús a la vez que iba al Calvario en su interior iba feliz de saber que estaba cumpliendo a la perfección toda la misión que el Padre le había encomendado, y que estaba para siempre venciendo el pecado y derrotando al Demonio de su reino terrenal. Claro que los padecimientos físicos, psíquicos y morales de Jesús fueron infinitos, pero al mismo tiempo su alegría espiritual fue infinita, porque mientras su aspecto humano sufría en la tierra, su espíritu estaba en contemplación permanente con el Rostro del Padre lleno de felicidad por la inmensidad de almas que se iban a salvar gracias a Pasión y Muerte. ¿Cómo pudo Jesús soportar tanto sufrimiento si no fuera recompensado y compensado por el Padre con la más inmensa y eterna felicidad que sólo Dios podía alcanzar?. Lo mismo sucede a estas almas purgantes, sufren y en muy intenso grado, pero su alegría espiritual es tan grande, de saberse perdonadas de toda su vida pasada, gracias a la infinita misericordia de Dios, que ya no les importa sufrir cualquier tormento que la Justicia de Dios les exija, porque saben que con eso están complaciendo a Dios y satisfaciendo todas sus culpas, y cumpliendo en ellos la Justicia misericordiosa del Padre. Por eso, en medio de sus tormentos y angustias son muy felices, inmensamente felices, totalmente felices, llenísimas de amor divino y celestial, porque en la misma medida que purgan sus pecados el amor de Dios las va invadiendo cada vez más. Para dar testimonio de esto tenemos el relato de los mártires de la Iglesia que, en ciertos casos, iban cantando camino del martirio, o daban gracias y bendecían a sus verdugos, y hasta les ayudaban a consumar el martirio para así ver cumplido su deseo de unirse finalmente con Dios. Esto no quiere decir que ese sufrimiento sea deseable ni que debamos desentendernos de él, jamás, porque el amor al prójimo nos obliga a ayudarles a paliar esos padecimientos por todos los medios posibles, sino que en el grado que ese sufrimiento es inevitable por voluntad de Dios, ellas lo llevan con alegría y gozo, sufren pero con gozo, hay sufrimiento sí, mucho, inmenso, y desesperante, pero lo soportan con alegría y paz. Luego, nuestra relación con las almas del Purgatorio ha de ser, por una parte, de compasión y misericordia por ellas en tanto aún están sufriendo y mucho hasta ver cumplida su labor. Pero por otro lado, nuestra relación con ellas ha de ser de intenso amor divino y celestial, porque esas almas están ya totalmente aprobadas por Dios, y su santidad y su pureza es total. Porque aún cuando esas almas en su vida pasada hubiesen pecado mucho de diversos vicios, allí en el Purgatorio su arrepentimiento es tanto y tan perfecto, que en modo alguno podrían ya volver a pecar sino que miran las manchas que les dejaron impresas en sus almas sus antiguos pecados con gran repugnancia. Por eso su amor es santo, muy perfecto y purísimo, almas radiantes de amor en el mismísimo amor del Padre. Nunca debemos pensar en las almas del Purgatorio como si fueran "malas", "feas", o como si fueran "muertos", que vendrán a asustarnos. Ya que esas Almas están libres de toda fealdad, salvo las manchas dejadas por sus pecados pasados, y en sus rostros resplandece la Mirada de Amor de Jesús a quien han visto y contemplado directamente cuando se presentaron ante Él la primera vez, justo tras fallecer a su vida en la tierra. Por otra parte, esas almas a las que se las llama "difuntas", no tienen nada que ver con sus cuerpos corruptos que dejaron un día en la tierra, pues esos cuerpos ahora descompuestos están en la tierra, y sólo en la tierra, y nunca en el Purgatorio, y un día serán resucitados para reunirse de nuevo perfectos y hermosos con sus correspondientes almas. Pero con esto no digo que dejemos de ayudarlas, ¡jamás!, sino que nuestra relación con ellas debe ser de amor y esperanza, y que las ayudemos por todos los medios posibles a pasar esos sufrimientos cuanto antes para que vean finalmente consumada su total Alegría con Dios. Para ello disponemos de las Misas y Comuniones, del Rosario, del ayuno, de toda forma de caridad y penitencia que podamos ofrecer, y en modo especial de las Indulgencias Plenarias. Es decir, cuando tú ofreces una Comunión por ellas es como si ellas comulgaran por medio de ti, o si ofreces el rezo de un Rosario por ellas es como si ellas lo rezaran a través de ti, y si ofreces un ayuno por ellas es como si ese día ellas pudieran por fin satisfacer su hambre con la comida que tú no comiste. La bondadosa misericordia de Dios así lo quiere, para que todos nos ayudemos los unos a los otros, ellas a nosotros con sus oraciones, y nosotros a ellas con las nuestras. No olvidemos que al carecer de un cuerpo carnal, las almas del Purgatorio no pueden ya realizar las obras que les permitirían ganar por sí solas los méritos para subir al Cielo, y dependen de nosotros en la Tierra para hacerlas. Así como Dios tuvo que hacerse Hombre y asumir la Carne Humana para desde la carne reparar los pecados de la carne, ya ellas, desprovistas de lo carnal, no pueden reparar por sí solas lo carnal, sino que tendrían que volver a nacer en este mundo, lo cual ya no es posible dentro del plan de Dios para cada hombre. Pero gracias a Jesús las almas del Purgatorio tienen remedio, ya que cuando Jesús se hace hombre nuevamente y cada día en la Santísima Misa, Él realiza en su Cuerpo la satisfacción de la deuda de esas almas descarnadas del Purgatorio, y también estamos nosotros para hacerlo, pues aún estamos en este mundo. Así que entablemos una verdadera Unión de Amor Eucarístico con todas las Almas del Purgatorio y especialmente con las que conocemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario