domingo, 12 de junio de 2016

! PROMESAS DE LOS MÉDICOS CATÓLICOS.!

Me comprometo:
1. Continuar mejorando mi formación professional para dar a mis pacientes la mejor atención que sea capaz.
2. Respetar a mis pacientes como personas humanas anteponiendo sus intereses a consideraciones políticas o económicas y tratarlos sin prejuicios religiosos, raciales, étnicos, socioeconómicos o sexistas.
3. Defender y proteger la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, pues la vida humana, transmitida por los padres, es una creación de Dios y posee un destino eterno que a Él pertenece.
4. Rechazar el convertirme en un instrumento de aplicación violenta u opresiva de la Medicina
5. Contribuir a la salud pública, promoviendo políticas sanitarias respetuoses con la vida y con la dignidad y naturaleza de la persona humana.
6. Cooperar en la aplicación de las leyes salvo por el deber de la objeción de conciencia cuando la ley civil no respete los derechos humanos, especialmente el derecho a la vida.
7. Trabajar denodadamente por cualquier persona, independientemente de sus creencias.
8. Destinar gratuitamente parte de mi tiempo a atender a los pobres. Señor Jesús,
Médico Divino, que en tu vida terrena has tenido predilección por los que sufren, y has confiado a tus discípulos el ministerio de la curación, hçznos siempre prontos a aliviar las penas de nuestros hermanos. Haz que cada uno de nosotros - consciente de la grande misión que le ha sido confiada - se esfuerce siempre por ser, en el servicio cotidiano, un instrumento de tu amor misericordioso. Ilumina nuestras mentes, guía nuestras manos, dçnos corazones atentos y compasivos. Haz que en cada paciente sepamos descubrir los rasgos de tu Divino rostro.
Tú que eres la Vida, concédenos que sepamos imitarte cada día como médicos no sólo del cuerpo sino de la persona entera, ayudando a quien estç enfermo a recorrer con fe el propio camino terreno, hasta el momento del encuentro Contigo.
Tú que eres la Verdad, concédenos sabiduría y ciencia, para penetrar en el misterio del hombre y de su destino trascendente, mientras nos acercamos a él para descubrir las causa de la enfermedad y para encontrar los remedios adecuados.
Tú que eres la Vida, concédenos el anunciar y testimoniar en nuestra profesión el Evangelio de la Vida , comprometiéndonos a defenderla siempre, desde la concepción hasta su término natural, y a respetar la dignidad de cada uno de los seres humanos, especialmente de aquellos mçs débiles y necesitados.
Concédenos, Señor, el ser buenos Samaritanos, prontos a acoger, a cuidar y consolar a cuantos encontremos en nuestro trabajo. Teniendo como ejemplo a los santos médicos que nos han precedido, ayúdanos a ofrecer nuestro generoso aporte para renovar constantemente las estructuras de la sanidad.
Bendice nuestro estudio y nuestra profesión, ilumina nuestra investigación y nuestras enseñanzas. Concédenos que habiéndote amado y servido constantemente a Ti en los hermanos que sufren, al final de nuestro peregrinar terreno podamos contemplar tu rostro glorioso y experimentar el gozo del encuentro Contigo en tu Reino de alegría y de paz infinitas.
Amén. LOS QUE SUFREN
La noche es siempre más opaca para los que sufren.
Todos los hombres son hermanos nuestros, y no podemos olvidarlos tanto hasta ni siquiera padecer por ellos.
La experiencia del dolor y su recuerdo dulcifica nuestra postura ante los demás. Y en el mundo hay mucho dolor, aunque de ordinario sea vergonzoso, y se lo oculte...
Te pedimos, Señor, por los hombres frustrados, por los abortos de la sociedad que viven en las cárceles y asilos. Danos comprensión hacia ellos; su estado no indica que sean peores que nosotros. También ellos poseen esta maravilla inaudita de ser personas y poder amar.
Que no sean una pasión inútil, que hallen también un puesto en la vida y en tu eternidad. Consérvales la libertad y la alegría interior, el reducto inexpugnable de la persona.
También te pedimos por tus pobres, a los que Tú llamaste felices. Da la verdadera felicidad a los que, como Tú, no tienen casa, no tienen pan, han de emigrar.
Que nos repugne ser comensales satisfechos, cuando tantos no tienen más que migajas. Que trabajemos para cambiar este mundo injusto, que no refleja tu bondad.
Te pedimos por los que han equivocado el camino, y buscan la felicidad en el placer y en el absurdo; llámales con la voz del desengaño, pero líbrales de la desesperación.
También te pedimos por los náufragos de la vida. Por las muchachas que han hecho de la venta de su cuerpo una profesión. Recupera, Señor, estas tus imágenes dolientes, y redímelas con un amor verdadero.
Y a nosotros, Señor, haznos agradecidos por los que nos has dado de balde, para que lo convirtamos en amor.                                                                                                                                                 ORACIÓN DEL ENFERMO
¡Oh Dios!, de mi debilidad y mi fortaleza,
de mi tristeza y de mi alegría,
de mi soledad y compañía,
de mi incertidumbre y esperanza.
En la noche de mi enfermedad
me pongo en tus manos de Padre:
Alumbra esta oscuridad con un rayo de tu Luz,
abre una rendija a mi esperanza,
llena con tu Presencia mi soledad.
Señor, que el sufrimiento no me aplaste,
para que también ahora
sienta el alivio de tu Amor
y sea agradecido a la generosidad
de cuantos sufren conmigo.
Amén

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