Así lo indicó Laudelina Lozada, quien se encarga del centro, junto a su hermana Omaira, desde hace tres años, cuando las monjitas que lo regentaban se retiraron.
Cuidan a 80 abuelitos que, en su mayoría, están enfermos y no tienen familiares que se hagan cargo de ellos. La tarea de hacerles la vida amable recae sobre 20 personas, entre fisioterapeutas, recreadores, enfermeras y trabajadores sociales.
“La mayoría de viejitos vive en la casa de forma permanente. Reciben terapias de rehabilitación, juegan y pelean entre ellos, como una verdadera familia”, señalaron las Lozada.
El hogar es privado, pero la mayoría no paga, por falta de recursos. A algunos ni siquiera los visita su familia y no reciben pensión.
El albergue tiene apoyo de fundación Nena, Pdvsa, Alcaldía de Zamora y la parroquia Santa Cruz de Pacairigua, para cubrir gastos, que son bastantes. Estudiantes también hacen su labor social en el centro.
Cualquier persona que quiera llevarle un poco de alegría a estos adultos mayores, sólo tiene que tocar la puerta y entrar.
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