lunes, 13 de agosto de 2018
La patología religiosa
¿Por qué esa persistente tendencia en crear tantas religiones, cultos y denominaciones distintas en cuanto a una cuestión tan universal como Dios?
La percepción de un Dios, Creador, Causa, Inteligencia, Energía o Consciencia Cósmica, divinidad, o de algo que existe más allá de nuestra capacidad de comprensión es no solamente normal y común en el ser humano, sino parte de nuestra espiritualidad y muestra de la enorme potencialidad de nuestra mente y consciencia en la búsqueda por comprender tanto el universo como nuestra existencia. Como la misma raíz etimológica latina “religare” lo dice, el propósito inicial de la religión es de comunicar, conectar, religar con Dios. Pero tengamos presente que una cosa es Dios o esa Consciencia Cósmica, y otra la religión; hagamos la aclaración que, como organización y estructura social, la religión no es una creación de Dios, sino del hombre.
La patología o enfermedad de la religión consiste en la particular pretensión de muchas de ellas de ser la verdadera, superior o la correcta, mientras que las demás son consideradas como falsas, inválidas, mitos o simples creencias absurdas. Entre las numerosas religiones y sectas que proliferan en el mundo, son muchas las que presumen esa posición, y si bien no de manera pública y abierta, sí por nutridos adherentes, implícito en su contenido, doctrina, o sencillamente por extensión lógica. Y, junto con su proselitismo, normas, burocracia e ideología particular, no se diferencian mucho de lo que es un partido político. Sin embargo, es una incongruencia pensar que un ente tan perfecto de una magnitud como un Dios Todopoderoso Creador del universo entero, ilimitadamente bondadoso y amante de su creación, ese Dios de muchas religiones, haya decidido crear tantas sectas y religiones a lo largo del planeta, que como resultado no han hecho otra cosa que, irónicamente, dividir la humanidad. Precisamente, cada quien jala el agua para el propio molino. Aunque tiene muchos nombres, Dios es el mismo y uno solo.
El fanatismo, la intolerancia, el absolutismo ideológico, el afán por la supremacía y el extremismo son características frecuentemente compartidas por movimientos políticos y religiosos, son cualidades distintivamente humanas que dividen y fragmentan en vez de unificar y armonizar. No se está abogando por la consolidación de las religiones en una sola, aunque ello sería una pretensión noble y manera de unificar la humanidad; sino de resaltar el hecho de que las religiones son fundamentalmente una proyección de esa falibilidad, imperfecciones y limitaciones que caracterizan al ser humano. En contraste, cuando esa búsqueda y comunicación viene hecha de manera introspectiva, espiritual y sin buscarlo fuera de uno mismo, nos podemos dar cuenta entonces de la imposibilidad y futilidad en tratar de convencer a los demás sobre Su esencia; y que la verdadera religión, es decir la comunicación con Dios, es esencialmente una experiencia totalmente individual, personal y única. Las religiones son muchas; pero la espiritualidad es una sola.
¿Será esa persistente propensión antropomórfica de querer asignarle sus falaces atributos a la divinidad la razón, o una de las razones, que explica la existencia de tanta división en la humanidad?
“Dios no tiene religión”
Mahatma Gandhi (1869-1948) Político y pensador indio.
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